jueves, 15 de octubre de 2020

El Dimas Arrieta y su día mágico

 Escribe Eduardo Borrero Vargas.

Hay días que, definitivamente, no se pueden soslayar. Días que quedarán registrados eternamente en nuestra memoria. A estos días suelo llamarlos días mágicos en los cuales, se conjugan el presente y el infinito. 

Estos días mágicos viene a ser como los sueños y los ensueños. ¿Quién, si no Dimas, gran concertador de los poderse chamanísticos, para orientarnos en estos conocimientos? Él estará de acuerdo con lo que dicen los entendidos: que cuando un sueño se pude recordar y repetir en otro sueño, ya es una ensoñación. Si depuramos la técnica de la ensoñación, quien sabe cuántas dudas e incertidumbres habríamos superado. ¿Cómo sería introducirnos, ya adultos, en nuestros sueños de la niñez? Desgraciadamente, no todos tenemos esa sensibilidad que - estoy convencido – sí poseen los que se dedican al arte de la chamanería, o los poetas, narradores, pintores, locos, relocos y todos aquellos que se deslumbran con el respirar mudo  de las palmeras o con el color de una rosa de color lila; o los que con su voz y su oído maravilloso crean tonadas llenas de matices, o los que se quiebran con el llanto de un niño, o los que descubren un arco iris de esperanza en el atardecer de sus vida; o los que, en resumen, entienden que los seres humanos somos la suma de universos.  Días mágicos o ensueños aparentemente serían la misma cosa. Unos dirían que los días mágicos son percepciones reales; otros, que los ensueños son de carácter onírico. Sin embargo, no estaría demás intertextualizar con Jorge Castillo Fan: ¿Hubo luna en nuestro sueño?, de su poemario Canción triste de cualquier hombre, con ¿Hubo ensueño en nuestro día mágico? Yo creo que hubo las dos cosas: ensueño y magia.

Dimas Arrieta
Convencido quedo, entonces, que el Dimas y su día mágico será parte de mis recreaciones mentales. Gozaré a diario o cuando a mi se me ocurra poner en escena esa noche extraordinaria, fecunda en palabras, poemas, música, cantos, poesía, arte, chacota y todo lo que uno pueda imaginar de una reunión de tantos matices. Y, desde luego, veré en mi proyector interno a Dimas en su faceta -para mí  desconocida- de cantautor; a Maruja, erguida en el centro de la reunión, dirigiéndola con su personalidad arrolladora por los caminos más intricados de las tertulias, confidencias y complots escapados de su fábrica de historias jamás contadas, y de vez en cuando cantando con su hermosa voz sus temas nacidos del sentimiento; a Pablo Bermúdez, acariciando la guitarra, arrancándole acordes de giros imposibles desde los cerros de Comas a las playas de Brasil con su bossa nova de entonaciones suaves y melancólicos; a Víctor merino, el piurano, el del oído absoluto, musicalizando con su teclado electrónico poemas de Mario Benedetti, Cesar Calvo, Juan Gonzalo Rose y, ya en el desborde del delirio extremo, regalándonos la humanidad y grandeza de Cesar Vallejo (¡grande eres Víctor!); a Alberto, acechando desde la ventana, resoplando con su cigarro alguna idea atravesada sobre algo que quiso hacer y que por dejadez dejó rodar al olvido, (¿Qué será?, ¡en una próxima noche mágica, de repente, se deje entrever tal como es!); a José Carlos, siempre dispuesto al diálogo, al intercambio y apoyo a las corrientes innovadoras, (¿quiso cantar?, no perdamos la esperanza ya lo oiremos, se presentarán nuevas oportunidades); a Harold, poeta y editor, ¿Quién otro podría fajarse para poner en valor a escritores provincianos dejados de lado por las editoriales limeñas?; a la amiga, misteriosa y de mirada escrutadora; y al amigo, sentado en posición pugilística, estudiando el momentos propicio para asestar sus golpes intelectuales, (¿Quién afirma que tres no son multitud?).

Veo, con tranquilidad, que las aguas están calmas y los espíritus sonrientes al saber que el desarrollo del mundo está en manos de los entendidos: ¡hemos triunfado! Dimas, hay días que quedarán grabados eternamente…Gracias a ti y a tu familia por darnos esa oportunidad.

Eduardo Borrero Vargas. Derechos reservados.

Escrito publicado en la edición Nº 63, mayo 2012, en la revista El Tallán Informa


 VOLVER A ÍNDICE


No hay comentarios:

Publicar un comentario