jueves, 6 de enero de 2022

Recuperando al Señor de la Agonía

Lo hemos tenido abandonado. Otros Señores de lugares lejanos lo han desplazado. Los feligreses, desorientados, afirman que esos otros son más milagrosos. Al Señor de la Agonía lo he visto llorar en silencio, encerrado en una columna enorme a la entrada de la Iglesia Matriz; y nadie se le ha acercado ni siquiera a preguntarle a qué se deben esas lágrimas derramadas. Ante este hecho, podríamos ensayar millones de preguntas y respuestas. Pero la principal - la que él quisiera escuchar, estoy convencido de ello, con ansiedad - es tan simple, pero tan simple como es el pedirle que nos conceda gracias: Señor si soy tu humilde siervo y en ti he depositado mi fe, ¿por qué no proteges y alivias de todo mal, a mi familia y a mí? ¡Te lo pido con fervor! Y a modo, de respuesta sencilla, oirán que los llantos silenciosos serán remplazados por himnos de alegría y las lágrimas derramadas por agua bendita de las profundidades del cielo. En pocas palabras a esto se le llama reciprocidad divina. Además, no temamos, que el Señor de la Agonía es de corazón grande, y en su recinto sagrado tendrán cabida otro Señores. Y así aprenderemos nosotros - los sullaneros - que ya es hora que luchemos por nuestra identidad, por esa identidad profundamente arraigada que hace que otros pueblos no se dejen avasallar ni arrebatar devociones o ser invadidos por costumbres ajenas.

Muchos creemos en las cosas predestinadas. Yo soy uno de ellos: nada hay al azar, todo está sujeto a un hilo invisible que concatena los hechos presentes y futuros. Y lo que le sucedió a la Comisión Centenario de Sullana es un hecho predestinado, sino preguntémosle a José Carlos Carrasco Távara. En plena instalación del Monumento Lítico en recuerdo al “Martirologio de los Trece Tallanes”, el Párroco Ángel Sainz se acercó donde José Carlos y, sin cortapisas, como si desde siempre se hubiesen hablado, le dijo: A estos trabajadores me los ha enviado Dios... Con estas palabras sencillas se tendieron lo puentes de comunicación. A partir de ese momento, los miembros de la Comisión Centenario de Sullana se convertirían en brazos ligeros y prestos para llevar a cabo obras monumentales; y nosotros, al tener la potestad de levantar al Señor de la Agonía en nuestros brazos, nos elevaríamos al mismísimo cielo. Nunca antes ninguno de los miembros de la Comisión habíamos tenido el privilegio de tener sujeta por nuestras manos una imagen tan antigua y tan llena de amor y dolor. Nos sentíamos seres privilegiados. En las horas de trabajo era tal el respeto con la imagen sagrada que temíamos que en un movimiento brusco se estropeara o le hiciéramos un daño irreparable, haciéndola sufrir más de lo que ya había sufrido por el bien de la humanidad. Sin embargo, la serenidad de la imagen y su mirada intensa dirigida al cielo nos templó las manos. Los nervios traicioneros, siempre odiados por incomodarnos, habían desaparecido. Nuestra labor proseguiría, sin obstáculos, hasta el final.  

Padre Ángel Sainz

Ese día nos reunimos por la noche en casa de Carmen Arrese. José Carlos, con la seriedad del caso, propuso dividir el gasto en partes alícuotas. Todos contribuyeron. Jamás en nuestras vidas se nos había presentado algo similar. ¡Dios está con ustedes! ¿Alguien habló, o fue una voz llegada del cielo? Es que las acciones de la Comisión siempre han sido mágicas. Estoy convencido, ahora más que nunca, que todo lo que rodea a Dios es mágico e infinito. ¿Y cuántos momentos mágicos más nos tocará vivir? Muchos, tal vez, muchos. No rompamos la magia. Evitemos que nos gane la soberbia. Trabajemos con humildad y constancia. Así lo hicimos, y así lo seguiremos haciendo. Y en dos días de trabajo coordinado, sin casi dirigirnos la palabra, el Señor de la Agonía fue acomodado en un soporte metálico diseñado en forma de cruz, lo suficientemente seguro y fuerte para soportar la imagen sagrada. Luego, en procesión de apenas cinco minutos, pero para nosotros como si nos hubiésemos metido en la máquina del tiempo, tuvimos la sensación de una caminata de un siglo. Fue llevado al altar mayor y colocado al costado del altar principal, a la espera del día central de la celebración del centenario de Sullana. ¡El Señor de la Agonía sería reintronizado como patrono de Sullana!

Don José Carrasco Távara

El día viernes 4 de noviembre - día central de las celebraciones del Centenario de Sullana - en la Parroquia Santísima Trinidad, en una misa solemne presidida por el arzobispo de Piura, José Antonio Eguren, y concelebrada por sacerdotes de la vicaría de Sullana, y ante el pleno de las autoridades de la región confundidas entre los feligreses del pueblo, el Señor de la Agonía era nuevamente presentado como patrono del pueblo de Sullana. ¡Jamás se había visto un milagro de esa magnitud! ¡La justicia divina se había hecho presente! ¡Algarabía para los seguidores del Señor de la Alegría!

Todos los miembros de la Comisión Centenario de Sullana quedaremos agradecidos por siempre al Padre Ángel Sainz. Los de la Comisión nos sentimos remozados. Pisando fuertes y seguros, seguiremos abriendo trochas nuevas o despejando los caminos intrincados del mundo. Con una nueva actitud ante la vida. A partir de estos momentos gloriosos, estaremos preparados para mover montañas. La fe y la esperanza serán nuestros motores. Finalmente, gracias al Padre Ángel, ahora tenemos la certeza que la solidaridad es el motor del mundo. ¡Las enseñanzas a veces vienen de donde uno menos lo imagina!

Eduardo Borrero Vargas

Sr. de la Agonía