martes, 24 de enero de 2023

EDUARDO BORRERO: DOS NOVELAS DESDE EL DISTANCIAMIENTO INTERINO

La novela, siempre, entre otras cosas, expresa un síntoma social. Se pueden medir en sus expresiones: los diagnósticos de las enfermedades y de las esperanzas sociales, los sueños y las frustraciones individuales; en resumen, el pasado y los fantasmas, de toda una colectividad convergen en un discurso narrativo, se elevan en sus demonios, en su respectivo presente, y se proyectan hacia el futuro inmediato.

Armando Arteaga

La asimilación teórica y práctica de la novela piurana está en efervescencia. Se mueve ya en los más complejos efectos para abordar la realidad vigente, tanto en el manejo del lenguaje como en la participación del intelectual en los procesos históricos de su vida social. El género comienza a zafarse de los límites del realismo, para entrar en los efectos de una ficción que busca lectores con una conciencia cada vez más representativa.

Eduardo Borrero Vargas, pertenece a ese discreto grupo de narradores que busca un auténtico y masivo espacio dentro del reconocimiento global por agendar los temas de la tradición con la modernidad. Todos los acontecimientos que hieren la sensibilidad de una época esperan ser reconocidos como temas para el clima épico o lirico del discurso narrativo, que persigue una temática local, regional y/o universal. Piura tiene historia pasada y “maldición” presente innombrada para manifestar definitivamente sus propios criterios de lectura y de ficción con el mundo.

Como sabemos los antecedentes de nuestra novela regional configuraban el estándar de la llamada “novela social” que reivindicaba las técnicas de las novelas realistas, algunas con intensiones populistas. Con el paso del tiempo, algunas resultaban arcaicas ya para estos escenarios frívolos y modernos. Por este peso, en la propia censura agotada contra los temas agrarios, resulta interesante encontrar un narrador que tiene interés por los caminos y las latitudes del “realismo histórico”.

Eduardo Borrero Vargas, a pesar de su “distanciamiento interino” con el agrarismo rural y un determinismo semiurbano -de cambios- tiene una gestión aperturista hacia la ficción de renovación esencial, y prometedora por los nuevos experimentos. En su novela “El retorno del capitán Peche Pereche” (2022) no pierde de vista en su lenguaje pulcro y mistificador, experimentando con el tiempo y la memoria, la metáfora histórica imaginaria del triste país nuestro, que bien describe Ricardo Gonzales Vigil en su presentación: “Resulta admirable cómo Eduardo Borrero Vargas infunde vida a un personaje de tanta riqueza psicológica como es el capitán Peche Pereche. Accedemos a su mundo onírico y dotes parapsicológicos (vinculados a lo real maravilloso); a sus recuerdos a lo largo de una agitada existencia consagrada a un duro bregar a favor de los intereses peruanos, en el contexto local y nacional (que va de la Guerra del Pacifico, hasta inicios del siglo XX) de traiciones y ambiciones dictadas por las componendas del poder político y económico, no importa si hundiendo al país en un descalabro que no tiene fin…”

Ya en toda esta narrativa de Eduardo Borrero Vargas, desde su anterior novela “Tras la huella del Capitán Peche Pereche” (2014) se advierte su carga voluntariamente cognoscible de expresar acaso una añoranza perennemente recordada por la ciudad de Sullana. Exigiendo del lector la reconstrucción del tiempo histórico y su contexto, pues la novela impone una visión fantástica.

El círculo de Babel

En otra de su sorprendente novela “El revés del círculo de Babel. Memorias de Chacarín Babel” (2022) recurre más bien a su narrativa lúdica fantástica, de artificios borgianos, y cerca del “Ulises” de Joyce. Algebra para jugar con el tiempo, acción narrativa dispersa para germinar acciones, unos de racontos, otros de monólogos interiores, de descripciones inesperadas, y una inclinación aceptada por las técnicas narrativas modernas. Chacarín Babel, es el adolescente que retrata en los recuerdos colegiales su figura con la magia del cine, y un humor que corroe los mundos sensitivos peculiares, que por momentos parecen mundos cortazianos y cartesianos.

Seguramente, no abordo en esta vista panorámica toda la temática del laberinto invisible de Borrero, en torno a su lenguaje, a la relativa novedad experimental “a secas” de lo que trae el suceso novelesco de la ficción en estas dos novelas, que celebro, y reflexiono, recordando a Ortega y Gasset: “La novela en vez de morir, alarga su vuelo en nuestro país”. En Piura, región propensa para lo mágico, lo hechizo, lo real maravilloso, queda todavía mucho espacio para la novela, con tiempos futuros, de increíbles lecturas, mientras en la escala infinita desde los tiempos interiores donde sobran personajes novelescos como Peche Pereche, se vive todavía el recorrido fantástico, macondiano, piuranisimo.

Hay que decir ya que Piura vive el mismo interés del mundo por seguir buscando novelas que estremezcan su tiempo, su historia, su vida misma. La novela siempre busca divertidas polémicas, conversaciones para irritar a prójimo, discusiones que terminaran en manifiestos políticos, para evitar la potestad de dejar al crítico como si fuera un oráculo social. La tentadora opción del exilio y el desencantamiento literario empieza en Piura a dar tentadores resultados en su narrativa.

Armando Arteaga
Artículo publicado en Semana,
Diario El Tiempo, Piura. 
Domingo 22 de enero del 2023.