miércoles, 15 de febrero de 2023

Los olores familiares

El ratón Mickey, en sus labores detectivescas, cuando quería atrapar a Peter El Malo, lo hacía resaltando los olores de los manjares de la abuela. Es así que en una ventana bien aireada colocaba una fuente con el pastel preferido del forajido Peter y esos aromas elevaban a Peter el Malo, de tal manera que irremediablemente caía en la trampa y era atrapado por el ratón Mickey. Y eso exactamente nos sucede a todos, sin excepciones, ya que los aromas impregnados en nuestra memoria olfativa permiten que en cualquier momento de nuestras vidas aparezcan esos recuerdos, como flashes espontáneos, y nos hagan retroceder a los tan queridos olores familiares, así vivamos en el otro lado del mundo o en la estratósfera.

Cómo no recordar el olor de nuestros padres, el de los hermanos y el de los familiares que entraban y salían de nuestros hogares. El olor de las piedras de destilar agua, el de los batanes triturando especias, el de las ollas en reposo, el de las rumas de platos sin lavar, el de los animales que vivieron en nuestra casa. El olor tan característico de nuestra calle sin asfaltar. El olor de las paredes recién pintadas. El olor de nuestras sombras. El olor de los rincones. El olor de la casa en sí. El olor de los patios y del jardín de la casa. El olor de la vieja parra centenaria. El olor intenso del Galán de Noche. El olor de los rastros. El olor de nuestras sombras deambulando. El olor de las goteras de la lluvia. El olor del caballo blanco del abuelo. El olor de los manjares que nuestra madre preparaba en gigantescos peroles de cobre. El olor de la algarrobina y del yupisin. El olor de la chufla. Y los olores que llevamos, como sello indeleble, en nuestros cinco sentidos.

Con nuestra memoria olfativa siempre caminaremos de la mano y, gracias a esta indescifrable simbiosis, jamás de los jamases podrán ser borrados los olores familiares. Es así que estemos donde estemos, viviremos atrapados irremediablemente por el olor de los pasteles de la abuelita. Tal como lo demostró y lo seguirá haciendo el detectivesco Ratón Mickey, al poner fuentes de manjares de la abuelita en las ventanas. Las personas estaremos unidas a los olores de las casas familiares por siempre. En sentido figurado, somos como Peter el Malo. Nuestras narices siempre apuntarán a los olores de la casa materna. Cuántas veces he soñado, y lo seguiré haciendo al infinito, que en el día menos esperado despertaré en algún rincón secreto de mi casa familiar. De alguna forma, el Ratón Mickey siempre nos atrapará activando nuestra memoria olfativa, con los pasteles preferidos de la abuelita.

Eduardo Borrero Vargas - PERÚ
Lima, jueves 09 de febrero del 2023
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