CARLOS GINOCCHIO CELI: Narración de ciencia ficción en el costumbrismo
piurano, sullanense diría, que nos traslada a espacios insospechados, con una
imaginación desbordante – como es característico del género – con un personaje
– Chacarín – que figuro tiene el alma del autor y de muchos de sus compañeros.
Disfruté la novela, especialmente porque te traslada por una senda que recorres
sin esperar que vendrá a continuación. No es una obra regionalista, se acomoda
a la correcta definición del inglés, y mejor definición del género: ‘ficción
científica’, y como manifestaría Ray Bradbury: “Somos una imposibilidad en un
universo imposible”. Gracias, Eduardo, porque a la vez que he gozado con
las aventuras de Chacarín Babel – un TinTin moderno – me he divertido con las
escenas (yo leo y vislumbro) de sus compañeros de colegio y sus apodos, propios
de la picaresca – si se puede llamar así – piurana. Invito a leer esta
genial y singular obra, que rompe con la monotonía de la piuranidad, y la
incorpora a un mundo infinito de sensaciones y apariciones. La aparición de
Babel es inigualable y esplendorosa, y las reflexiones derivadas de la misma
vigentes y expresiones de nuestra situación actual.
• Aquellos que no miran directamente
a los ojos es porque algo sucio esconden. Los ojos son el reflejo fiel de la
pureza del alma. Cuanto más libre eres, más sano eres.
• Los tartamudos, cuando son
hostigados, sueltan la lengua ya sea cantando y con la lisura, y la fuga, en
respuesta a sus frustraciones.
• En toda pelea de perros el que
ladra con más intensidad es el primero en correr.
• La petulancia es el escondrijo de
aquellos a quien nada les respalda.
• Bien se dice que todo lo que se
inicia con maldad, termina revertido hacia las personas dañadoras.
• Para Chacarín, todo pensamiento,
agradable o desagradable, tenía sus olores peculiares.
• ¡Bienvenidos a Babel, la ciudad
bíblica! Contradiciendo el letrero, lo que más le preocupó (a Chacarín) es que
en esta supuesta ciudad bíblica llamada Babel, todos hablaban en el mismo
idioma y que los edificios eran invertidos. Una vez llegados a su destino, otro
conserje les condujo hacia una puerta manejada a botoneras y luego enfilaron
hacia la puerta de un bunker, donde otro adusto conserje les revisaba el ticket
que les habían entregado en el aeropuerto y luego les señalaba al conductor del
vehículo encarrilado en rieles. Tal vehículo evidenciaba que a través de un
ducto los irían bajando, en los paraderos o codos, numerados del 1 al 614.
• A Chacarín le fue fácil deducir que
el número pintado en los codos correspondía a los departamentos que en adelante
ellos ocuparían. Y él, lleno de curiosidad, inocentemente preguntó en voz alta:
¿Y a cuenta de quién a mí me ha tocado el 614? Y otra voz, más fuerte y
contundente, no demoró en responderle: ¡Señor, dese por bien servido, es el
penthouse invertido del edificio, de ahí usted podrá observar los amaneceres y
atardeceres del infierno! ¡Disfrute de su estadía! ¡Y alégrese que la suerte es
aleatoria y podría ser que para la próxima vez le toque la habitación 1 y sería
terrible que su visión alterada lo condujera a volar sin punto de parada, por
la eternidad azul!
• ¿Por qué la clínica se llamaba
clínica Babel? ¿O es que la clínica pertenecía al circuito de las clínicas
experimentales, en las que sin consentimiento del paciente les implantan
circuitos distorsionadores en el cerebro?
• Chacarín jamás entendió los
comportamientos indeseables del ser humano, porque el hombre, a su entender, no
fue diseñado para andar emboscándose o tejiéndose trampas con las telarañas de
las bajezas. Por lo que había leído, entendía que el hombre, al estar en la
etapa superior de la creación, debería ser un ejemplo de equilibrio en su
comportamiento. Sin embargo, empujados por la ambición, el poder político y el
jugar a ser dioses menores, los humanos terminan siendo crueles, pero tan
crueles que son capaces de beber sangre en los cráneos de sus enemigos.
• Pero, ¿cómo enfrentar el fanatismo
que enceguece y embrutece la inteligencia del hombre y lo conduce como rata a
dinamitar lugares públicos, escondiendo la mano y la cara, sin importarle el
regadero de sangre que va dejando en esas acciones innobles? ¿Qué se siente al
no dar la cara y usar documentos falsos ¿Ganar el manejo de un país o
almorzárselo, con el pretexto de que de las cenizas nacerá un nuevo amanecer?
• La mente popular es una fuente
inagotable de cambios de actitudes colectivas y que, gracias a esos afanes de
renovación, ellos de por sí crearán los mecanismos perpetuos, para mantener
incólume esa llama viva que les permitirá ver el mundo con entusiasmo y
optimismo.
• De pronto, se le vino a la mente,
como un alud, el recuerdo de su padre: hombre culto, lector obcecado, quien
murió en el manicomio, con el libro Ulises, de Joyce, entre sus brazos, y con
una nota escrita a puño que decía: Treinta años he leído este libro y caí en la
trampa; porque ese maldito irlandés lo escribió en la isla de los lotófagos, en
pleno estado de alucinación. Alucinado he muerto, por la necedad de querer
encontrar una respuesta coherente, pero todo ha sido en vano, porque ese libro
de páginas inacabables está escrito para que nadie coincida en su final. Cada
persona que se atreva a leerlo será por su cuenta y riesgo. Es como si este
irlandés de marras nos hubiera querido regresar a la Torre de Babel y al salir
de esa torre infernal nadie se pondría de acuerdo, las interpretaciones serán
infinitas. A mi hijo, por un pecado de inocencia o de soberbia, puede ser, lo
bauticé con el nombre de Ulises; espero que la maldición irlandesa no recaiga
sobre su cabeza.