lunes, 30 de noviembre de 2020

Feria de Reyes: voces repentinas

Sucede que las voces repentinas son más livianas que las hojas de otoño, vuelan lejos, tan lejos que con seguridad son semejantes a los recuerdos que se aposentan en nuestros cerebros, sin ser invitados. Así razonaba el viejo lengua de trapo, en su estrecho departamento de Lima. Al parecer, conocía el juego del reloj del tiempo y retrocedió su reloj interno -asegura que es Longines legítimo- hasta encontrarse rodeado de sus amistades en la Plazoleta principal de Sullana. Amigos, hemos vuelto a nuestro pueblo escapándonos de esa Lima con olor a trapo húmedo y de colores grisáceos aplastantes. Al fin, los rayos del sol nos calentarán las osamentas, nuestras neuronas reprocesadas y agilizadas nos traerán vivencias que ya creíamos perdidas. Así es que al haber retrocedido al siglo veinte, gozaremos de la magia de este pueblo levantado en los linderos de los arenales y de los murmullos del río Chira. Somos testigos de que en este pueblo sucedieron hechos de trascendencia mundial. De nuestra generación, solo quedamos nosotros, los demás, gozan de su bien merecido sueño eterno. En este cambio de escenario, veremos circular sombras. Esas sombras no son dañinas, dejémoslas dar vueltas en sus propios espacios, total, daño a nadie harán. Entonces, sin más que temer, retomemos nuestro parloteo. Quedamos que en nuestro pueblo sucedieron hechos culturales de relevancia mundial y que las nuevas generaciones des conocen por dejadez o porque los padres no les trasvasaron oportunamente a los hijos o porque los medios de comunicación, por intereses nada cristianos, los dejaron de publicitar. Estos hechos culturales desembocarían en el olvido absoluto o en lo que los sociólogos, muy sabios ellos, llaman olvidos históricos convenientes.

Así es que nuestra icónica celebración de la feria de Reyes, al ser tachada de la memoria colectiva de los pobladores, colaboró a que desaparecieran de las ondas radiales: las voces de los charros, la de los cantantes criollos, la de las cumbias colombianas, la de los rockeros, la de los boleristas, las de la nueva ola, la de los pasillos quejumbrosos y las de cuanto cantante pasó por los escenarios levantados con caña de Guayaquil y caña Brava. Y es así que -aunque a la distancia muchos lo tomarían como una tomadura de pelo- hubo semanas de divos acompañadas con incidencias jocosas, por no decir ridículas, hasta cierto punto, no vale herir susceptibilidades. Luismi el Sol de México y Rafael, el Ruiseñor, sí señores incrédulos, el de la balada de la Trompeta. Ellos dejaron sus huellas y las carretillas y los burros que fueron usados para vencer la quebrada del barrio Buenos Aires, se exhiben con orgullo en la municipalidad, en un rincón, burdo pero aseado, llamado Museo de las Estrellas. La diligente dama vestida de Capullana, que perennemente está parada junto a este rincón de la memoria, con un megáfono llama a los pocos interesados en sucesos pasados, para que sean testigos de lo que el impertinente Fenómeno del Niño puede ocasionar con sus aguas de nunca acabar.

Y cuando le preguntan por las fotos registrales, ella la Capullana, cándidamente responde: Están a buen recaudo en las casas de los alcaldes y regidores, quienes han formado sus propios museos para disfrute particular de sus familiares. No sé la razón, pero algunas de ellas pasaron ligeras por mis manos y las dejé ir, antes que las autoridades se enteraran y yo terminara en el calabozo, con un expediente de varios documentos cosidos burdamente a mano, en el que por mil triquiñuelas y mil folios me acusarían de vil ladrón y saqueador de la cultura sullanera.

Pero no me importa, considerando que mi memoria intangible no envejece, mis fotografías mentales me muestran a un Luismi y a un Rafael, temerosos y empapados hasta los tuétanos, sujetos a las barandas de triciclos desvencijados, en medio de oleajes amenazantes, empujados por hombres fornidos, hasta alcanzar las puertas del legendario estadio municipal “Campeonísimos del 36”. Y cantaron a la rústica, en tribunas sin acústica, con altoparlantes cuyos sonidos rebotantes en la loma de Mambré, quebrada de Curumuy y cerros de Amotape, creaban una perfecta triangulación para desfrute de todos los pobladores de la zona. Y la gente desbordada de emociones replicaba con cadencia los falsetes de Rafael y la voz tierna de un iluminado Luismi. Tantas fechas han pasado que muy pocos sullaneros de esa época sobrevivimos, para seguir contando estos hechos rayanos a lo increíble. Sería innecesario confirmarles, por bien de todos, que lo que les he manifestado líneas arriba, es una verdad irrefutable o es una mentira contada con los ojos abiertos, o que las voces del pasado me capturaron.   

Eduardo Borrero Vargas
Derechos Reservados
Escrito publicado en la edición Nº 122, revista “Tallán Informa” Sullana, mayo del 2018

sábado, 28 de noviembre de 2020

Entrevista en el suplemento "Variedades": Los misterios de Borrero

La literatura fantástica universal se ha extendido hasta arribar a las costas norteñas del Perú, mezclándose con los descendientes tallanes y mochicas para crear una nueva expresión, mixtura del sentimiento picaresco de los piuranos, de esas tradiciones orales que circulan entre los ranchos y las picanterías, con la nueva afición de los jóvenes escritores por la literatura de ficción.

31/1/2020
Diario “El Peruano” Suplemento Variedades
DOMINGO 26 de julio de 2020
Texto: Luz María Crevoisier

Desde cuándo se aficionó por la literatura de ciencia ficción el ingeniero químico Eduardo Borrero Vargas, nacido en Sullana, Piura, no lo sabemos; pero sí tenemos evidencias de que ese acercamiento se transformaría en una pasión que lo llevaría a escribir interesantes relatos. 

Haciendo una revisión, mencionamos a las más significativas ligadas a este género, aparte de sus poemarios y narrativa diversa: “Del misterio y otros abismos” (2015), “El creador de universos” (2017), “Los tres toques de la muerte y otros cuentos de terror” (2018), “Marlon y su vida de perros -cuentos urbanos” (2018), “Cuentos parabólicos -cuentos de terror” (2019).

“Los tres toques de la muerte” es el título que destaca dentro de su ingeniosa creatividad, pues se convirtió en el récord de ventas en la feria del libro de Huancayo, esto sin considerar el interés que suscitan los otros títulos.

Abrazando lo fantástico

En Piura todo se convierte en magia y la palabra es uno de sus máximos vehículos, como lo demostraron López Albújar en “Matalaché” o Francisco Vegas Seminario en su novela “Tayta “Yoveraqué”. Sin embargo, aquel costumbrismo con sabor a seco de cabrito, habría de obtener nuevos ingredientes cuando incursionaron dentro de la literatura fantástica y minificción los jóvenes Antonio Zeta Rivas, Luis Paúl Cardoza Nizama, Houdini Guerrero, Daniel Aquino, Dimas Arrieta.

Antonio Zeta, principal animador de “Tertulia Cero”, ha buscado resolver parte de la intriga de los sucesos históricos que producen miedo o terror mediante lo fantástico y la sorpresa como efecto literario, porque lo violento, lo totalitario y lo inhumano son factores que aún llaman la atención y conmueven a los lectores.

Leyendo a Borrero

Este narrador, poeta y amante de la literatura estudió ingeniería química en la Universidad nacional mayor de San Marcos y actualmente colabora con artículos en los diarios El Tallán y El Norte.

Su afición por la ciencia ficción se dio por hecho, teniendo en cuenta que esta se apoya en los nuevos aportes de las matemáticas, física, química, biología y cibernética, que, desde sus perspectivas, nos acercan al futuro del género humano. De ahí que Isaac Asimov, el escritor estadounidense de divulgación científica, manifestara: La auténtica ciencia ficción trata de la ciencia humana como del constante avance del conocimiento y la permanente habilidad de los seres humanos para conseguir comprender mejor las normas del universo e incluso alterar algunas partes de este, mediante su ingenio, para su propio confort y seguridad.

Divulgadores científicos como Tomás Unger y Óscar Miró Quesada, con sus extraordinarios artículos sobre ciencia y astronomía, acercaron a los escritores peruanos a ese mundo incógnito y fascinante.

Los tres toques de la muerte

Este conjunto de narraciones de terror, que a fin de cuentas resulta es uno de esos cuentos con que los mayores concluían la cena o la abuela adormecía los sueños de los nietos, fue editado por El Gato Descalzo en el 2018.

Son nueve los relatos que componen el libro y nos atrapan de principio a fin, porque lo misterioso, lo inaudito, aquello que nos resulta una incógnita, suscita curiosidad e impulsa a continuar con la lectura. Desde “El dedo del muerto”, seguido por “La muerte a sus espaldas”, “Psicomanía” o “Los tres toques de la muerte”, nos van llevando hacia otros mundos, quizá paralelos al nuestro pero que solo un aguzado escritor puede traspasar y lograr llevarnos a este.

El creador de universos

Teniendo siempre como cómplice a la editorial El Gato Descalzo, Eduardo Borrero publicó el 2017 “El creador de universos”, ficciones más cercanas a la literatura de los actuales Enrique Prochazka, Daniel Salvo, Beatriz Ontaneda, Ernesto Carlín, Alexis Iparraguirre, pero sin alejarse del todo de las supersticiones y tomando en serio a personajes como “El hombre araña” y su influencia en la niñez.

La minificción está presente en esta edición con relatos de antología: “El mundo calló”, “Medidas extremas”, “Zulema Noé” o “El síndrome de los puentes”, en los que el escritor demuestra ser un experto en este tipo de relatos y sorprende gratamente.

“Marlon y su vida de perros-Cuentos urbanos”, editado en el 2018, lleva una estructura más citadina, un lenguaje y circunstancias que pueden repetirse tanto en Piura como en Lima o Trujillo. Son doce ficciones en las que volvemos a encontrar a un personaje del cómic, esta vez la figura de Supermán. Es que estos seres del cómic, poseedores de poderes extraordinarios, están vinculados desde siempre a la ciencia ficción.

En “Cuentos parabólicos” (setiembre de 2019), Borrero retoma las supersticiones, las creencias populares que deambulan por las viejas calles piuranas y se instalan en el ideario popular. Son cuentos que se revisten con nuevos contenidos, pero viven cercanos al ultramundo.  

Algunas opiniones

Sobre “Los tres toques de la muerte”, Antonio Zeta argumenta que en esta obra “el lector se verá sumergido, de modo inevitable, en realidades alternas, mundos paralelos de los cuales no hay retorno…”, y que “el temor a lo desconocido aparece en distintas formas, diferentes voces narrativas encargadas de estremecer la piel al más incrédulo, con ficciones donde la reencarnación y el regreso del más allá son posibles”.

Por su lado, Ana María Intilli manifiesta sobre “El creador de universos” que en esa publicación predomina el absurdo, una mezcla de prolija ironía, que da como resultado el contenido de un conjunto de textos de atractivo discurso y variados escenarios.

Para Bernardo Rafael Álvarez, en la obra de Eduardo Borrero Vargas no hay un Gregorio Samsa convertido de la noche a la mañana en un monstruoso insecto, sino, más bien, insectos convertidos en unos Gregorios Samsa con apariencias engañosas. Hay gente que cree que para ser escritor hay que recurrir –como condición– al “malditismo”, a la “marginalidad”, sin saber que así, lo más seguro es la conquista infeliz de la frustración y el ridículo”, sostiene Álvarez.  

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jueves, 26 de noviembre de 2020

San Miguel de Tangarará

Hay pueblos que parecen haber nacido para luchar por su sobrevivencia y uno de ellos es San Miguel de Tangarará. Pueblo que por razones inexplicables del destino fue creado a orillas del río Chira, por un grupo de personas llegadas de otras latitudes, en busca del país de las especias. Pasados los momentos de confusión, escaramuzas y reacomodos, tomaron posesión de estas tierras y con el credo y la cruz en la mano, trazaron las calles y edificaciones que albergarían a sus primeros pobladores. Seguidamente, nombraron autoridades y oficiaron la primera misa en este continente que con el pasar de los años sería el primer pueblo español levantado en América del Sur. 


Pasados los años, por razones de envidia y de jaloneos históricos, el pueblo de San Miguel de Tangarará y sus pobladores han sido convertidos en entes invisibles. En esta conjura parecida al insólito juego de “balón mano”, están involucrados historiadores y políticos centralistas que están refugiados en la ciudad de Piura y tratan, a todo lugar, de mantenerlos en estatus de no habidos. Parecería un juego de olvidos, pero no, es una maldita “costumbre centralista” de quererse apropiar del “arcón de oro” que desembarcará de España para celebrar 485 o los 500 años de su arribo a estas tierras. Y desde ya los veo frotándose las manos y con los ojos radiantes de angurria, para hacer de esta fortuna un festín para sus bolsillos. Y los diplomas y medallas conmemorativas, acuñadas primorosamente en ese país lejano, serán los pasaportes de su futuro “buen vivir”.

Los pobladores de San Miguel de Tangarará no tendrán los recursos económicos para acudir a los medios de comunicación masiva, pero tienen a su favor la voluntad inquebrantable de seguir en esta lucha. Y en este camino lleno de dificultades encontrarán amigos, quienes con otros amigos formarán una cadena tan fuerte que lograrán hacerse escuchar y alcanzar lo que por siglos se les ha negado: ser un pueblo orgulloso de sus orígenes. Es de escuchar a Milton David Murguía Calderón, cuando su palabra se levanta como oriflama, mostrando con amor y argumentos la verdad de su pueblo. Y lo acompañaremos en este gesto, humilde pero lleno de orgullo, para que a su pueblo se le devuelva sus créditos históricos.


A efectos de tener una visión ajustada a la verdad sobre estos acontecimientos, les reproduzco el artículo “Piura también celebra sus 485 años”, de mi amigo el profesor de Historia, Gonzalo Vicente Calle, en el que explica con sencillez, pulcritud y sin apasionamientos lo sucedido en los albores de la formación de nuestro país:  

 
Sin embargo, es necesario conocer la verdadera historia.
LA VERDADERA HISTORIA DE LA CIUDAD DE PIURA
¿485 AÑOS DE FUNDACIÓN?


En realidad, la Piura actual estaría celebrando 429 años de fundación, porque lo que fundó Francisco Pizarro en 1532 no fue Piura, fue el primer asentamiento español con el nombre de San Miguel de Tangarará, en valle del cacique Chirac, cerca de la actual ciudad de Sullana. Dos años después (1534) al sufrir los embates del paludismo, Diego de Almagro ordenó el traslado de sus habitantes (españoles) a un lugar que el conoció en sus incursiones de avanzada, a inmediaciones de lo que en su momento fue la hacienda Monte de los Padres; al llegar a este segundo asentamiento le denominó (Almagro y no Pizarro) “San Miguel de Piura”, que logró gran notoriedad y que en el año 1537 el rey Carlos V le otorgó el escudo de armas que luce la Piura actual.


Dice la historia que luego de un riguroso período pluvial o mega niño sus habitantes resultaron afectados con males en los ojos, y decidieron migrar una vez más para fundar un tercer asentamiento, con otro nombre.


El tercer asiento español fue instalado en el año 1578 en lo que hoy es el puerto de Paita, con el nombre de San Francisco de la Buena Esperanza (vean que no es Piura, y no lo digo yo), este lugar por encontrarse cerca a la playa sufrió constantes ataques de los piratas y corsarios que la destruyeron en 1587.


Con autorización del virrey Fernando de Torres y Portugal, conde del Villar, sus habitantes se mudaron a el asiento del Chilcal junto a la presa precolombina de Tacalá; este cuarto asentamiento poblacional fue fundado por el capitán don Juan de Cadalzo y Salazar el DÍA 15 DE AGOSTO DE 1588 CON EL NOMBRE DE SAN MIGUEL DEL VILLAR (en honor al virrey), y no con el nombre de Piura (esto tampoco lo digo yo, lo dicen las crónicas escritas por los mismos españoles); sin embargo, tiempo después, teniendo en cuenta la fama y el escudo ganado por la ciudad de San Miguel de Piura (la de 1534), jalaron el nombre y dejaron la denominación de San Miguel del Villar para llamarle igual: “San Miguel de Piura”. Desde entonces es que a la Piura original se le denomina “Piura la Vieja” y eso dio lugar al olvido e indiferencia de tantos años.


Cuando leemos la historia es necesario analizar para entender lo que nos están contando.


En resumen:


San Miguel de Tangarará cumple 485 años de fundación.


La Piura original, la antigua, hoy llamada Piura la Vieja, cumple 483 años de fundación. (Monte de los Padres - Morropón)


Paita, si lo tomamos como la consecución de San Francisco de la Buena Esperanza, Paita, cumple 439 años.


Piura actual, la que fue San Miguel del Villar, cumple 429 años de fundada por el capitán Juan de Cadalzo y Salazar.

¿PIURA CUMPLE 485 AÑOS DE FUNDADA?

Prof. Gonzalo Vicente Calle
Eduardo Borrero Vargas
Lunes 16 de octubre del 2017
Derechos reservados.
Publicado en la edición Nº 118 - Revista Tallán, Sullana, noviembre del 2017

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Poema "Trampas" (Bosques Secos II Pag. 26 Año 2010)

TRAMPAS

¡Hay días en que a uno lo agarran desprevenido!
te hablan de amores y en los ojos danzan ironías
te hablan de paces y en los gestos hay guerras
te hablan de bondades y en los labios lees desprecios
te hablan de pasión y en la frente surcan fríos
te hablan de alegrías y en el mentón hay tristezas
te hablan de valentías y en las sienes arden pavores
te hablan de sinceridades y en el rostro se ocultan farsantes
te hablan de dignidades y en el perfil la línea es ficticia.
¡Hay días que a uno lo agarran desprevenido!
con dudas malsanas y cargadas de humor mórbido
encadenándote a desmesurados secretos
cómo si fueran acertijos jamás resueltos
planteados para que el hombre sea humillado
por el mismo hecho de ser hombre por el hombre
en su desmedida soberbia de ser dueño del poder
y del discernimiento total para prevalecer
sobre el más débil tragándolos de un solo bocado.
¡Hay días que a uno lo agarran desprevenido!
trastabillando me toparé con el infinito
sé que no encontraré respuestas en el camino
por dónde he de transitar hacía mis anticipos
soy cómo un ciego que va en busca de signos
que ni yo mismo logro recrear su formato
pero sé que están en mi contorno aleteando
como si quisieran burlarse de mis recelos
¡Hay días que uno no sabe por qué ha nacido!


Eduardo Borrero Vargas
Publicado en el poemario Bosques Secos II Pag. 26 año 2010

 

 


lunes, 23 de noviembre de 2020

Sullana y su negro destino

 En la municipalidad de Sullana recortan casi
el 35% de espacio del salón “Víctor Borrero Vargas”

Estando en Sechura inmerso en jornadas intensas de poesía, prosa, pintura, música, folclor, danza y teatro recibí la noticia que Sullana había sido cubierta por la nube del oscurantismo ya superado a partir del “siglo de las luces”. Esta noticia refrendada con imágenes fotográficas, en las que se muestra cuadros de pinturas arrancadas de las paredes y amontonadas sobre el piso como si el arte fuera basura. Lógicamente, al ver esto me dio tal indignación, que hubiese querido tener el don de desdoblarme en dos y desplazarme a Sullana, para apoyar a estas personas que con su arte no hacen más que engrandecer nuestro terruño.

Este atropello fue maquinado, entre gallos y medianoche, por el alcalde, el teniente alcalde y algunos regidores de su entorno, pongo a salvo a aquellos regidores que con valor se han opuesto a esta celada del devenir cultural de nuestro pueblo. Bueno es recalcar a estas autoridades, que conseguir esta sala de exposiciones culturales llamada “Víctor Borrero Vargas”, costó trabajo y esfuerzo de todos los que estamos involucrados en el desarrollo cultural de Sullana. Esa sala convertida en ícono de la “culturalidad e interculturalidad”, ahora llora ahora en silencio, mancillada por el garrotazo de un alcalde que hace gala de su oscurantismo mental.

Cabe, entonces, preguntarnos: ¿Qué pensarán aquellos pintores jóvenes en edad escolar que esperaban la inauguración de este evento, al ver sus cuadros tirados por el suelo? ¿Y los familiares, público, niños de otros colegios, visitantes de otros distritos, al presenciar tremendo despojo? Y al alcalde y los que lo apoyaron en este atentado cultural, ¿les remorderá la conciencia? O, ¿es que están locos o es que sus cerebros han sido devorados por el germen de la ignorancia? ¿Estará contentos? ¿Felices? Pero hay que apuntillarles que cuatro años pasan rápido, como una ráfaga de viento. Y ahí, más tarde, los veremos deambular por las noches, porque no tendrán el valor de mostrar sus rostros a pleno día.

Mientras que un pueblo como Sechura –pronta a declararla la capital de la cultura de la región Piura– a “Víctor Borrero Vargas” le da un sentido homenaje, reconociéndole su participación en el desarrollo de la narrativa del norte, acá en Sullana, su tierra natal, se le cercena como si fuera un apestado. Y esta gente cree que quitándole espacio a esta sala se le castiga, pero no conciben que al no estar físicamente su espíritu flota y orienta a las nuevas generaciones a que nunca dejen de lado la maravilla de crear, imaginar, escribir, crear mundos nuevos y, a los artistas plásticos, que dan vida a los lienzos en blanco, en nombre de mi hermano les pido disculpa por este salvaje atropello.

Recordemos que no es la primera vez que los artistas plásticos reciben estos atropellos discriminatorios. Hace unos años, sus pinturas fueron decomisadas por una persona muy afanosa de andar metiendo la mano donde no debe, y se las llevó a la Municipalidad. Desde lejos, imagino las idas y venidas de los artistas afectados, yendo con la cabeza baja a pedir que les devuelvan sus pinturas. A este personaje que sigue rodando por los pasillos de la Municipalidad, habrá que hacerle entender con sutileza que el Municipio no es de él: La Municipalidad es de todos los sullaneros.

Al teniente alcalde, que eufórico me atacó cuando el día lunes 09 estuve tomando fotos de estos hechos (testimonios gráficos para la posteridad), le hago recordar que ahora, al refrendar su actitud altanera, sostengo con firmeza lo que le dije por teléfono: “Que en lugar da andar recortando salas culturales, él y su alcalde se dediquen a recortar la inmundicia y el olor nauseabundo al que han sometido a Sullana. Y que su admirado alcalde salga a la calle, como hombre público, a dar la cara y no se esconda tras una cortina de tonto inútil”.

Amigos del arte sigamos adelante, no nos detengamos ante eventualidades pasajeras. Sigamos juntos en esta lucha de pensantes y no nos dejemos asustar por amenazas que seguramente ya vendrán por algún lado. El “Siglo de las Luces y de la razón” está con nosotros. ¡Qué viva Sullana!

Eduardo Borrero Vargas
Sullana, miércoles 11 de noviembre del 2015
Derechos Reservados.
Publicado en la edición Nº 105 – Revista Tallán, Sullana, diciembre del 2015



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domingo, 22 de noviembre de 2020

Peche Pereche con sed de justicia

Entrevista de Oscar Barreto Linares (*)

Eduardo Borrero Vargas es un poeta y narrador piurano que realizó sus estudios en los colegios Santa Rosa Maristas y Carlos Augusto Salaverry, y los superiores en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Entre sus poemarios se encuentran Alma del Norte (2009), Bosques Secos 1 (2009) y Bosques Secos 2 (2011). En cuanto a narrativa, podemos citar los libros Undécimo en su laberinto (2011) y Cuando el cielo se tiñó de rojo y otras leyendas tallanes. (2012).

Tuvimos la oportunidad de conversar con este hechizado por la literatura sobre su más reciente producción y primera novela: “Tras las huellas del Capitán Peche Pereche”, situada en la Piura de sus amores, en un momento crucial de la vida de esa ciudad.

¿Cómo surgió su vocación literaria?

Desde niño. En mi casa se leía mucho, eso nos ayudó a crear mundos ficticios. Mi hermano Víctor Borrero Vargas sí obtuvo varios premios literarios. Una sala de la municipalidad de Sullana lleva su nombre.

En su obra nos presenta al capitán Eulogio Peche Pereche, quien tiene cualidades más analíticas y morales que físicas. ¿A qué se debe ello?

Esa es la estructura que le quise dar al personaje para resaltar que en el país adolecemos de estas virtudes, de un ser pensante, capaz de enfrentarse a las desgracias que padecíamos en el momento en que se desarrolla la novela y que creo que aún seguimos padeciendo. 

Al igual que en el reino de este mundo, el protagonista poseía facultades transmutativas…

Aquí el apelar a las ucronías fue un factor importantísimo. ¿Cómo hacer que un personaje pueda trasladarse hacia atrás, si no es con el pensamiento? Nosotros, a través de este atributo, podemos recorrer el pasado y revivirlo cuantas veces queramos, transmutándonos en sombras, aves, lechuzas, tal como lo hace un alquimista cuando juega con los elementos.

¿A quién admira?

A José Carlos Mariátegui.

¿Por qué?

Porque es el único que en su época logró hacer un análisis socio-económico del país. Sus ensayos sobre la realidad peruana aún siguen vigentes.

¿Eres un escritor disciplinado?

Considero que no, pero debo aprender a serlo, porque escribir es una necesidad que emerge espontáneamente del fondo de mí ser.

¿Considera que el tiempo es un elemento negativo, que juega en contra de los seres humanos?

Sí y no. Tengamos en cuenta que el tiempo es finito y a la vez infinito. El hombre, al nacer, ya sabe que su tiempo solo es una suma de días. Pero a través de los sueños - los podemos considerar escapes-, podemos gozar de un mundo no tangible en el que por formas secretas (ondas cerebrales) podemos detener el tiempo en un punto infinito. El hombre, aunque muchos lo dudan, es un ser dotado que perdurará más allá del infinito.

¿Cuál es la sed de Peche Pereche?

La sed de justicia.

Con esta entrega, Ud. nos sitúa en una Piura de inicios del siglo pasado, pero sin delimitarla completamente…

No, porque el tema concierne a todo el Perú. Recordemos que el Perú fue invadido.

Peche Pereche se enfrenta contra enemigos con mucho poder económico y degradación moral, elementos que, no obstante, no son explicados, si no tan solo mencionados, a quienes vence con un método peculiar. ¿Considera adecuado el procedimiento aplicado por este capitán?

En la trama de la novela, el capitán Peche Pereche tenía muchos enemigos. Es bueno recordar que en ese momento Piura, como capital departamental, tenía tres prefectos: uno “pierolista”, otro “cacerista” y uno impuesto por los “chilenos”. Había gente que vendió su alma a los chilenos, y los “Teodoritos”, que así denomino a los Seminario, fueron unos de ellos, conjuntamente con otros “piuranos” de triste recordación. Esto no solo sucedió en Piura, también en otras ciudades como Lima y Arequipa. Contra esa masa de “vendidos” se pelea el gran capitán Pereche.

¿Tras las huellas del Capitán Peche Pereche encierra algún mensaje?

La obsesión del protagonista por la justicia y la ley como entes regidores de ética personal.

¿Cuánto tiempo le tomó componer esta novela?

Entre tres y cuatro años.

Pasando a otro tema… Si tuviera que elegir cinco novelas latinoamericanas, ¿cuáles serían?

Pedro Páramo, Cien años de soledad, Conversación en la catedral, El Aleph, Hombres de maíz

¿Y a autores peruanos?

Mario Vargas Llosa, José María Arguedas, Martín Adán, Ciro Alegría, Julio Ramón Ribeyro

En su novela se menciona tangencialmente la política. Dígame Ud., ¿cuál es su postura política?, ¿tiene alguna receta de buen gobierno?

Detesto el poder fáctico. Pienso que un país debe ser libre, democrático y socialista. Desde esa perspectiva, me incomodaría pertenecer a algún partido, ya que perdería mi esencia de “ser” pensante único e irrepetible. No tengo ninguna receta, pero recomendaría honestidad, honestidad y más honestidad.

(*) Escritor pucallpino
Escrito publicado en la revista El Tallán, edición 96 - Sullana, noviembre del 2014

 

domingo, 15 de noviembre de 2020

Chalena "Vásquez" : entre el arte y lo fantástico

 Escribe: Eduardo Borrero Vargas

Rosa Elena "Chalena" Vásquez Rodríguez

Resulta que un día..., así comenzaba sus conversaciones mi tía Angelita cuando quería poner una dosis de énfasis a lo que ella consideraba transcendental. Y el resulta…, aunque suene repetitivo, lo utilizaré para desarrollar un tema que trata de algo de la vida real. En este caso, del arte en particular, pero rebasando lo propio de un ser común y corriente que sobrelleva pacientemente su cotidianidad y que, de pronto, por una suerte de pases de magia es trasladado al mundo de lo fantástico. Es así que esa noche del viernes 30 de noviembre del 2012 me dirigí bien emperifollado a la Casona de San Marcos. Como soy un poco tímido y enemigo de los tumultos, me acompañé con la prima Florencia Vargas y el amigo Hildebrando Bustamante. Ni bien ingresé, la entrada era por el patio de letras, busqué instintivamente la pileta central donde por los años 1955 a 1960 fuimos rapados “a coco” el que escribe y mis hermanos Víctor y Antonio. Por los años cuarenta ya mis tíos habían pasado por lo mismo. Oigan, no crean que por hacerla larga me esté desviando del tema, pero es que los recuerdos son recuerdos y uno no puede librarse fácilmente de ellos; y si en esos precisos instantes uno corta esas imágenes, vivirá eternamente frustrado. Así que no nos hagamos problemas: por la buena salud de los recuerdos, aceptemos sin renegar ese paréntesis y prosigamos con el desarrollo de la historia.

La ceremonia se celebró en el segundo patio, en el Salón de Grado de Letras, en lo que antiguamente fue la capilla de Nuestra Señora de Loreto. Llegamos tarde pero, afortunadamente, no nos habíamos perdido gran cosa. Quizá, a modo de salir del paso, habría que reconocer que las tardanzas pueden dividirse en dos: las tardanzas premeditadas, en las que uno, simplemente, decide llegar tarde a algún sitio; y las tardanzas no premeditadas, en la que factores externos se conjugan para que uno llegue tarde a las citas, por más que se esfuerce. En este caso, creo que se confabularon las dos, y nos libraron de los himnos y discursos de bienvenida del Rector de San Marcos y del director del Centro Cultural de esta casa de estudios. Nos sentamos al fondo del recinto. No logramos ver las caras de los asistentes, nuestro frente visual era una muralla compacta de espaldas y nucas. Como buenos provincianos, nos dimos maña para encontrar resquicios inimaginables para alcanzar a ver el estrado oficial. Ahí estaban sentadas las personas que iban a ser premiadas. Justo en ese preciso momento, del aguaita por este lado o el aguaita por el otro, tenía retumbando en mis oídos las palabras del crítico literario Ricardo González Vigil, el llamado “filtro” o “percolador” de todo lo que sana o insanamente se escribe en el Perú, ensalzando parsimoniosamente la larga vida del poeta Carlos Germán Belli, quien recibiría el Premio “La Casona”. Me pareció tedioso y sin convicción lo que expuso. Por si acaso, esto último es mi apreciación, y toda apreciación es subjetiva; así que no vengan luego a tirarme piedras, porque “el hombre que todo lo lee” no tuvo siquiera un gesto de gozo al leer su discurso. ¿Y las emociones? ¿O es que así de serias y almidonadas son las ceremonias culturales?

De Izq. a Der.: Eduardo Borrero, Hildebrando Bustamante, 
las hermanas Mercedes y Rosa “Chalena” Vásquez, 
Florencia Vargas y Héctor Vásquez Rodríguez,
(Casona U.N.M. San Marcos 30/11/2012)

En fin, la ceremonia siguió adelante ciñéndose al programa que nos fue alcanzado en la puerta de ingreso. Ya inquieto por la lentitud y el alargamiento innecesario de los discursos leídos, y con el temor de astillarnos las posaderas a causa de un desplome sobre el duro suelo (ya que el bendito azar nos había asignado una banca chirriona y descuajeringada),  no puse atención a la premiación: Medalla de la Cultura para Francisco Stastny. Felizmente, unos de los bedeles (los que hemos estudiado en San Marcos llamábamos así a los conserjes), advertido de nuestras angustias, nos cambió de lugar. Y en medio de esos reacomodos avisté que en el micrófono iniciaba su discurso el director del Centro Universitario de Folklore, Carlos Sánchez Huaringa. La diferencia de su discursiva era abismal: su entusiasmo al leer la biografía de "Chalena" era de tal magnitud que nos trasladó a otras latitudes. El Perú profundo floreció por arte de magia. En ese discurso de pasajes vibrantes sí hubo traslado de emociones vivas. Las palabras habían logrado, como un rayo de luz, deslumbrar y unificar la totalidad del público asistente. Desde ese momento sentimos, sin excepción, que habíamos ingresado al túnel infinito de lo fantástico, donde todo lo posible o imposible puede suceder, y donde, también, la palabra se une a la imagen.   

"Chalena", ya ganada por ese mundo fantástico, tomó la posta y, altiva, a pura memoria, nos abre su mundo y con palabras maravillosas brotadas del fondo de su espíritu nos va descubriendo pasajes de su niñez en su Jíbito entrañable, el de sus padres, de sus hermanos;  nos revela sus amistades del colegio en Sullana, su paso por el Conservatorio Regional de Música de Trujillo, sus desconciertos y dudas en su estadía en la Universidad Nacional de Trujillo; además de sus primeros pasos en el Conservatorio de Música de Lima, en el que tuvo la osadía de sentarse en un piano a tocar un tondero del maestro López Mindreau, lo que le valdría una reprimenda de parte de la Directora porque "Chalena", en ese recinto consagrado para la música clásica de los grandes maestros, había cometido un “musiquicidio”. Los oídos de bustos de Beethoven, Bach, Wagner, Chopin, de los profesores, alumnos y cuanta gente había alrededor, supuraban líquidos de protesta. Quizá éste sería su punto de quiebre, de un antes y un después: su carácter contestatario había chocado con un mundo superficial y ajeno al que ella buscaba, y que su espíritu inquisitorio la empujaría a la búsqueda de nuevas propuestas musicales. Y lo dijo claramente en unos de los pasajes de su discurso al develar sobre la mesa la soberbia de la intelectualidad europeizada pugnando por aplastar la música o el arte llegados de los andes, selva, quebradas y cerrerías del interior del país.

Mientras los personajes sentados en los sillones de respaldares gigantescos iban digiriendo el discurso, mi vista, distorsionada por la emoción, descubría que los grandes intelectuales se achicaban poco a poco hasta perderse debajo de la mesa de honor. ¿Qué les produciría a estos intelectuales el hecho de que una provinciana les demuestre, con un lenguaje distendido, que la música peruana sí tiene su valor y que está henchida de códigos y mensajes estéticos? "Chalena", agigantada, siguió recorriendo su vida. Habló de su primer contacto con Nicomedes Santa Cruz y su primera investigación como Etnomusicóloga en Chincha, de sus charlas con Josafat Roel Pineda gran amigo de José María Arguedas, de su cercanía con Víctor Jara y de su premio “Casa de la Américas”, de sus obras literarias y musicales publicadas, de sus viajes al extranjero, de su trabajo actual en el Centro de Música y Danza de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y de sus días dolorosos en Ayacucho, los que marcarían profundamente su vida. "Chalena" es como es, dijo lo que tenía que decir, y nadie la cambiará. Porque "Chalena", nombre propio de su entorno familiar, resultado de un trabalenguas de su hermana Mercedes Angélica cuando era niña, está registrado legalmente. De alguna forma ella encarna lo que en el fondo desearíamos ser los sullaneros: libres, contestatarios, creadores y fraternos con todo el mundo.

Al culminar esta breve reseña, sólo me restaría añadir: ¡Rosa Elena "Chalena" Vásquez Rodríguez, bien merecida tu Medalla de la Cultura! ¡Buena por ti! ¡Buena por tu familia! ¡Punto de oro para Sullana!   

Eduardo Borrero Vargas
Lima, lunes 10 de diciembre del 2012
Derechos Reservados.

(Escrito publicado en la edición Nº 75, revista “Tallán”, Sullana, enero del 2013)

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martes, 10 de noviembre de 2020

Ricardo Santiago Musse Carrasco

 (Profano demiurgo)

Ricardo Musse

En el mundo de Ricardo Santiago Musse nada es efímero, en el hay vasos comunicantes que se van decantando a otros universos armónicos en los que priman la alegría, la pasión, la dulzura, la amargura y lo inalcanzable del amor. Sus poemas perfectamente concebidos son de una entrega total, en los que nada esconde, esperando el momento propicio para exhibirlos como joyas únicas y auténticas, guardadas en su corazón, para sus fieles seguidores. ¿Cuántas horas de vela le habrá costado trabajar esas joyas? Solo él lo sabrá y no me atrevería a peguntarle; sé lo que cuesta encontrar la palabra precisa para redondear un verso. Es duro y, a veces, delante de la hoja en blanco uno se queda como pasmado, mirando ese papelucho vacío que juega al juego temerario: ¿Te atreves o no te atreves? Y uno se levanta, rumiando sus frustraciones, a dar vueltas y a regresar terco, nuevamente a lidiar con el papel en blanco o con la pantalla del ordenador. La mente, en lugar de ayudarnos, nos traiciona miserablemente, haciendo que la palabra recientemente concebida se esfume de pronto y nos deje estáticos sin saber por qué lo hace. Son parte de las siete estaciones existenciales, por las que los poetas (mujeres u hombres) debemos pasar.

Ricardo para nosotros, eres sullanero y nuestro pueblo, debería erigirte un monumento a la palabra labrada en los hornos del dulce fuego donde sólo los grandes pueden crear bellos versos para el mundo.

Eduardo Borrero Vargas
Lima, sábado 5 septiembre 2020
Derechos reservados.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Cuando el cielo se tiñó de rojo y otras leyendas tallanes

El pasado 14 de julio, (2012) por la noche, en el auditorio del colegio “Santa Rosa”, se realizó la presentación del libro titulado “cuando el cielo se tiño de rojo y otras leyendas tallanes” del escritor sullanero Eduardo Borrero Vargas. El auditorio lució lleno con casi 200 personas que siguieron con mucho interés las disertaciones de los presentadores, los escritores Wilmer Rojas y Máximo Coronado Talledo; el editor Pablo Viera Urbina; el Hno. Félix Saeta Gutiérrez, director del colegio “Santa Rosa”, finalizando el evento con las palabras del autor del libro, Borrero Vargas. La actividad literaria estuvo conducida por el poeta y editor José Díaz.

A continuación, publicamos el texto de la presentación del libro y el tema literatura e identidad cultural a cargo del escritor sullanero Wilmer Bustamante Rojas


(I)

Presentacióndel libro
“Cuando el cielo se tiñó de rojo y otras leyendas tallanes”

Por: Wilmer Rojas Bustamante.

Una de las culturas pre hispánicas más importantes del antiguo Perú fue la cultura Tallán. Esta civilización se desarrolló en Piura y es importante porque se le considera la más antigua que habitó la costa del Perú.

Los tallanes eran ceramistas. Los vestigios encontrados en las tumbas tallanes han permitido regiones andinas en busca de mejores lugares.

Pero también existe la posibilidad de que hubiesen podido cruzar la cordillera desde la selva amazónica. Otras teorías indican que pudieron ser emigrantes de América del Centro. Algunos han sostenido, también, que los primitivos pobladores de Piura llegaron simultáneamente de los Andes, sean o no selváticos, y del norte por el mar, estableciéndose en el territorio que hoy se conoce como Piura.

Los promotores de esta tesis indican que ello explicaría los continuos enfrentamientos que existían entre las tribus que conformaban la nación Tallán. Lo cierto es que, en 1502, la población Tallán llegaba a los setenta mil pobladores. Este grupo estaba formado por los conglomerados de Paita y Tumbes.

Wilmer Rojas Bustamante.

Cada etnia tenía un curaca que gobernaba como un rey. Existían tres clases sociales: La aristocracia, la religiosa y el pueblo. Queda claro que los tallanes se dividieron en varios grupos que habitaron distintos lugares. El centro más importante estaba en Paita. Allí se desarrolló un sistema de gobierno que, con el uso de las armas, impuso el idioma llamado Sec.

Es probable que los tallanes hayan desarrollado más de un ciclo cultural, pues se han encontrado vinculaciones de esta civilización con los mochicas en grado tan estrecho que algunos arqueólogos han dado la denominación Tallán-Mochica a todo el conjunto cultural de estos pueblos.

Se sostiene, por otro lado, que se trata de dos culturas distintas que probablemente llegaron a tener relaciones entre ellas cuando los tallanes se extendieron por el sur hasta el departamento de Lambayeque.

La cultura Tallán, en el año 1487, fue sometido por el Imperio Incaico. Antes se intentó unificar la nación Tallán imponiendo el SEC. Según el padre Esteban Piug, tal denominación correspondía solo al idioma que se hablaba en Sechura, pues existían tres dialectos: el Sechura, el Catacaos y el Colán.

Según los cronistas, los tallanes adoraban ídolos, generalmente eran unas figuras hechas de madera, pero también adoraban deidades, “de extracción natural”, principalmente “a los remolinos de viento, polvo y arenas”. También realizaban procesiones con animales vivos o imágenes.

Eduardo Borrero Vargas

Éste es el pueblo del cual el escritor Eduardo Borrero Vargas se ocupa en el libro “Cuando el cielo se tiño de rojo y otras leyendas tallanes”. ¿Eligió la leyenda como género narrativo? si nos ajustamos a la definición de leyenda y mito, Eduardo va más allá de la leyenda en la primera parte del libro, porque son las divinidades del mundo Tallán, como Macacará-Sec (dios del principio y del fin), Huangalác-Sec (dios de los registros y acontecimientos), etcétera, los protagonistas de la creación del universo. Así el mito tiene proyección cosmogónica. La leyenda es menos ambiciosa, explica las particularidades de un animal o una planta, pero no detalla cómo se formó el cielo o el mar. Pero como el texto narrativo tiene una segunda parte, que es a partir de la quinta historia, titulada “Cuando el cielo se tiño de rojo”, en donde el escritor nos introduce en una nueva etapa del  pueblo Tallán, con la llegada de los españoles; las historias se relacionan con la realidad y con la fantasía, con el conocimiento tradicional y con la creación ética y estética de cada pueblo, perfilándose como leyendas históricas y leyendas histórico culturales, como lo clasificaron en 1963, una comisión de especialistas reunidos en el Congreso de Budapest. Esta especie literaria se diferencia del cuento y de la anécdota porque es explicativa y no tiene la complejidad del cuento. Tiene un punto de partida, ya que habla de personajes determinados que actúan en una etapa de la historia y en lugares asentados en los mapas.

Las leyendas documentan la identidad cultural de los pueblos aborígenes que habitaron el territorio peruano y permiten que aquellas culturas desaparecidas permanezcan en el imaginario colectivo como testimonio de su desestructuración. Tallanes, mochicas, vicús, guayacundos, etc. portan una identidad diferencial que se trasunta en este tipo de relatos.

 

(II)

Literatura e identidad cultural

Por: Wilmer Rojas Bustamante.

Se afirma que la literatura no sólo representa la identidad cultural de la comunidad, sino que ella misma crea identidad; es más, ella misma sería identidad.

Los discursos artísticos producen identidad. ¿Qué identidad es la que produce?, ¿cómo lo produce?, ¿qué eficacia tendría esa identidad literariamente producida para la formación de la identidad cultural colectiva?

Identidad remite a una noción de nosotros mismos, en función o en comparación con otros que no son como nosotros, que no tienen ni las mismas costumbres, hábitos, valores, tradiciones, normas.

La noción de identidad se materializa en la práctica de la vida social, a través del hecho de que una comunidad de individuos comparte un determinado conjunto de condiciones de vida que posibilitan una constelación común de significados, asumidos estos como patrimonio digno de defenderse y preservarse.

Castellón y Araos, que han reflexionado sobre este tema, mencionan tres claves para la construcción y sustentabilidad de una determinada identidad cultural: El lenguaje, el territorio (las características físicas imponen: modos de habitar, ser y de mirarse), y la religión (conlleva una interpretación del mundo).

Hablar de identidad cultural de cierta comunidad de individuos histórica y territorialmente situada equivale a concebir dicha comunidad a partir de tres dimensiones:

a).- Una supuesta razón ontológica, es decir, como algo en sí y para sí.

b).- Una voluntad de mantener el “supuesto carácter de identidad sustancial a lo largo del tiempo, o sea que ciertas maneras de ser, de pensar, de sentir son consideradas valiosas y merecen ser preservadas y defendidas.

c).- Esta misma voluntad de preservación contiene la necesidad de mantener lo específico propio como marca de diferencia.

Uno de los primeros efectos que produce la literatura que textualiza representaciones identitarias, como en el libro de Eduardo Borrero, es la visualización, a través del texto literario, de gentes, de paisajes, modos de vida, sueños, miserias, etc. De una determinada comunidad humana en un territorio concreto.

Berman en el año 1998 dijo: “Nuestro pasado, cualquiera que haya sido, es un pasado en proceso de desintegración; anhelamos aprehenderlo, pero es escurridizo y carece de base; volvemos la mirada en busca de algo sólido en qué apoyarnos, sólo para encontrarnos abrazando fantasmas” Si Berman está en lo cierto, cualquier práctica literaria que se aboque a representar la identidad estaría condenada a ser un ejercicio de “abrazar fantasmas”, lo que probaría que la identidad cultural está en proceso de desintegración.

Sin embargo, creo que la literatura es también una manera de luchar contra la desintegración de la identidad, de su pasado original, y en ese sentido el libro “Cuando el cielo se tiño de rojo y otras leyendas tallanes”. es un aporte valioso para la literatura piurana, un esfuerzo que tiene sus antecedentes en autores clásicos de nuestra región como Carlos Espinoza león,  Francisco Vegas Seminario, Teodoro Garcés Negrón, Juan Antón y Galán, Víctor Borrero Vargas, quien tuvo la generosidad de regalarnos un hermoso libro “Cuentos tallanes”, que publicó el CIPCA en el año 1989, edición que estuvo a cargo de Houdini Guerrero Torres, Y ahora Eduardo Borrero Vargas, también, al igual que su hermano, tiene la gentileza de regalarnos este hermoso libro sobre lo que pudo haber sido el origen de nuestros ancestros, en un intento por crear conciencia sobre nuestro pasado, porque los  catorce textos que integran el volumen nos estimulan para indagar sobre nuestras raíces y para reflexionar sobre el sendero en el que nos movemos en el día a día, pero también para disfrutar con cada párrafo construido con sencillez, elegancia, naturalidad, ya que el autor no tiene pretensiones de figuretismo ni ansias de satisfacer a una crítica “especializada”, que siempre se regodea con los malabares sintácticos, los episodios frívolos, los temas en boga que el mercado consumista necesita para seguir perpetuando el canibalismo despiadado del capitalismo.

Eduardo Borrero Vargas, con este libro sobre nuestros ancestros tallanes, ha entrado a formar parte de la literatura piurana y se convierte en un referente obligado para cualquier estudiante no sólo de literatura sino de la historia y la cultura en general, que va en busca de información sobre el mundo Tallan.

(Escrito publicado en la edición Nº 67, revista “Tallán”, Sullana, julio del 2012)

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