Un par de
Apologistas (en adelante los llamaremos Apologista 1 y 2), frente a su monitor
multifuncional, auto recargable y auto comunicable, se enfrascaron en una árida
conversación relacionada a la concepción del hombre:
-¿Sabía usted que Dios es el hologramador universal? –rompió
fuegos el Apologista 1, mostrando el cielo raso de la habitación como si allí
estuviera pintado el espacio etéreo.
-¿Y seguramente sostendrá que somos escaneados, proyectados a la
tierra y a otros lugares galácticos, donde se presupone que hay vida? ¿Y de qué
lugar cerebral le provienen esas hipótesis jaladas de los pelos? –contestó,
mordiéndose la lengua el Apologista 2.
-Es mi secreto que sin egoísmos lo compartiré con usted. Lo que
le diré en adelante, no es producto de la espontaneidad ni la ocurrencia de un
descocado. La meticulosidad de los estudios y los años empleados en ello, así
se lo demostrarán –destacó con entusiasmo el Apologista 1.
-Y me insistirá que el gran holoprogramador nos tiene
hologramados desde que somos engendrados. Y que los seres con los que nos
cruzamos a diario son hologramas vivientes, difuminándose lentamente hasta
alcanzar la madurez, que es la fase previa a ser hologramas moribundos. Que al
salir de esta transitoriedad pasarán a ser hologramas cósmicos que rodearán a
la tierra como una especie de escudos perpetuos. Sin embargo, tenga en cuenta
que su hipótesis no es firme, en ella prima lo fofo, la inconsistencia y la
irracionalidad respecto a la reproducción. ¿Cómo encajar en su hipótesis este
hecho ineludible del ser humano? –añadió, sin abandonar la ironía el Apologista
2.
- No es así, amigo. La reproducción es un derecho del
hologramado. Revise lo que ha dicho, ya usted lo puso en relieve: nos tiene
holoprogramados desde que somos engendros. ¿Lo ve? ¡Es tan fácil de entender!
Supongo que pronto abrazará mi nueva visión mística de la creación – respondió
con voz apagada el Apologista 1, denotando ánimos de abandonar al que creyó que
sería su primer apóstol hologramado.
Muchos
que han leído o han escuchado sobre esta historia que rebasa los conceptos de
los hombres comunes, apuntan a que en este conversatorio hubo un Apologista 3.
Y que este Apologista sin rostro fue el que expandió esta hipótesis moderna
sobre la creación. Y que, caminando por mares interminables, reunió a doce
Apologistas Mayores y con ellos llevó el nuevo verbo a otros continentes. Se
cree que ya tienen la fortuna suficiente para levantar una nueva Catedral con
una arquitectura tal que se verá desde cualquier ángulo, proyectando la imagen
del Apologista 1, con su Holo-Nuevo Testamento bajo el brazo, en los escenarios
estirados entre los pilares de las centurias y de los milenios.