miércoles, 21 de diciembre de 2022

EL NIÑO DIOS 2

A Jesús de Nazaret, ni le iba ni le venía haber nacido un 25 de diciembre de hacía unos años atrás. La hora de su nacimiento y el nombre que le habían puesto sus padres le eran indiferentes, porque con las riquezas que tenía al alcance de sus manos podía manejar las horas y días a su antojo. “Es tal la fortuna que heredaras, que el manejo de tu vida lo tienes asegurado, y así hagas malos negocios tu fuente inagotable de riquezas nunca se agotará”. Esto último, lo había escuchado de boca de sus padres que a su vez eran también herederos de padres afortunados. Y aunque su nacimiento estaba ligado a la Navidad, nunca tuvo el corazón ni la predisposición para ayudar a los más necesitados, ni muchos menos un gesto de amor para regalar siquiera una muñequita rota a una niña o una pelotita parchada a un niño.

Jesús de Nazaret, el multimillonario del pueblo, vivía en un palacete levantado en la cima de la loma Mambré. Desde ese lugar privilegiado, dirigía todo su conglomerado comercial que incluía tierras agrícolas, industrias extractivas y manufactureras, construcción y hotelería, diversión y salas de juego. Y desde su escritorio veía impasible que las hojas del calendario se iban desprendiendo una a una, como si sufrieran de astenia otoñal. Faltando un mes para ingresar al mes de diciembre, notó que la chusma pueblerina envalentonada fue dejando cartelitos pequeños, pero perfectamente legibles en los que se leía: “¡Estamos cerca a la navidad! ¿Qué nos deparará el Niño Dios? Lemas más que insinuantes y revolucionarios, por su contenido. Para protegerse de alguna reacción abrupta hacia su persona, llamó a la autoridad, advirtiéndole que se estaba gestando un posible levantamiento.

Faltando una semana, antes de la navidad, a medianoche, un barbudo y de buena envergadura se le presentó en su lujosa sala de estar y, sin reservas, le preguntó: ¿Qué es lo que más te gustaría regalarle en la navidad al pueblo en que naciste? Jesús de Nazaret, dudoso ante semejante pregunta inesperada, se quedó mudo. El hombre del cuerpo de buena envergadura también enmudeció. Solos en la medianoche cerrada, se les escuchó su respiración; la del primero estruendosa y la del segundo sosegada. ¿Y bueno qué dices? –insistió el hombre salido de los pliegues de la noche. Soy Jesús de Nazaret por casualidad, y menos soy el Niño Dios para regalarme a todos. Mírame, ya estoy por llegar a los treinta años –le contestó procurando salir del entrampamiento. Eso no tiene importancia, morirás a los treinta y tres años, es tu destino invariable –le contestó mirándolo fijamente a los ojos.

Se tomaron una pausa larga antes de reiniciar el diálogo: ¿Y tú quién te crees para señalar mi muerte? --rezongó Jesús de Nazaret. ¡Mira, tómalo como quieras, soy un simple enviado! ¡En ti está tu salvación! –le contestó rápido el hombre barbudo. Y añadió: Jesús de Nazaret nacen todos los días, en cualquier parte del mundo, así que no eres el único y enfócate en tu respuesta que se nos está haciendo tarde. Aturdido, Jesús de Nazaret, contestó para salir del apuro: A cada uno de ellos un palacete. Confirman cientos de personas que han visitado ese pueblo, que Jesús de Nazaret no murió a los treinta y tres años, que en la actualidad sobrevive en una covacha en la loma de Mambré con un buey y un burro; y que los pobladores viven en unos palacetes que son la envidia del mundo. Al pueblo han llegado expertos en Ciencias Sociales para estudiar este fenómeno, pues se teme que se disemine por el mundo. Así de preocupados, y antes de resolver este misterio, han prohibido a nivel mundial que partir de la fecha se ponga a los niños el nombre de Jesús de Nazaret.

Eduardo Borrero Vargas – Perú
Miércoles, 21 de diciembre del 2022

lunes, 19 de diciembre de 2022

EL NIÑO DIOS 1

A Jesús de Nazaret, le contaron su padre José y su madre María, que le pusieron ese nombre porque había nacido en un pesebre, un veinticinco de diciembre, de hacía ya una buena cantidad de años. Él aceptaba con humildad su pobreza y, la verdad, que eso no le molestaría, sino fuera por los muchachos de su pueblo, que al verlo andrajoso lo lastimaban con execración por andar suplantando al verdadero hijo de Dios. Y que él supiera nunca quiso suplantar a nadie, a menos que sus padres lo hubiesen engañado con la fecha de su nacimiento, pero eso no era posible porque sus padres serían incapaces de tremendas patrañas. De modo que, si le dijeron que había nacido un veinticinco de diciembre, para él era más que suficiente, porque sus padres no tenían necesidad de andar cambiando o inventando fechas de nacimiento. Que eran pobres, eso no era discutible, pero tampoco era un delito como para ir burlándose de su pobreza a cada rato y todos los días del año.

Por las noches, para evitar que le cierren las puertas en sus narices, se dirigía a su cueva de la loma de Mambré donde dormía en paz con un burro y un buey. Una noche, sin saber de dónde, apareció un hombre barbudo de buena envergadura y Jesús de Nazaret se puso de lado y lo invitó a pasar a su desaliñada covacha. Y el hombre, parco de palabras, preguntó, sin preámbulos: ¿Qué es lo que más te gustaría regalarle al pueblo en que naciste? Y Jesús de Nazaret le contestó incrédulo: ¡Una verdadera Noche Buena0! Y el visitante se levantó y se perdió entre los velos de la noche. Esa noche durmió de largo y bajó al río casi al mediodía, para proveerles de agua y alimento a los animales. Por alguna razón inexplicable, el visitante había sembrado en su corazón la inquietud de los regalos. Aunque faltaban unos meses para llegar a esa fecha, esa inquietud fue acrecentándose según se aproximaba la Noche Buena.

Por la fuerza de la costumbre, más que por voluntad propia, no dejó un día de acercarse al pueblo, con la esperanza jamás perdida de ver, aunque sea un mínimo de bondad hacia a su persona. Por el contrario, el rechazo fue mayor y él tratando de pasar desapercibido se ocultaba tras los árboles, tapias y a veces por las dunas que circundaban el pueblo. Y en una tarde calurosa, cuando la fecha de la Navidad estaba más cercana, lo rodearon en el centro de la plaza principal y le preguntaron burlonamente: Tú que afirmas que eres Jesús de Nazaret, ¿qué regalo nos darás para la Navidad? Y Jesús de Nazaret, recordando lo dicho al visitante, les contestó: ¡Una verdadera Noche Buena! Y a sus espaldas escuchó risotadas burlonas que se fueron desparramando por los arenales y golpearon la cueva de la loma de Mambré, donde el buey mugió de dolor y el burro rebuznó de impotencia, ante tanta inequidad.

Llegó el veinticinco de diciembre y el pueblo amaneció lleno de nieve y de árboles de Navidad adornados de luces brillantes y tintineantes. Luego aparecieron los Tres Reyes Magos repartiendo los más hermosos regalos nunca vistos antes. El hombre de buena envergadura y parco de palabras había cumplido con su promesa. Lo paradójico de esta increíble historia es que esta Tarjeta de Navidad se vende por todo el mundo para beneficio de los niños pobres. Liberado, Jesús de Nazaret camina por otros pueblos, donde también es repudiado por llamarse Jesús de Nazaret.

Eduardo Borrero Vargas
Lima, lunes 19 de diciembre del 2022 – Perú

lunes, 12 de diciembre de 2022

En esta Navidad... Diciembre 2022

 NAVIDAD 2022

Y los árboles de Navidad
crecerán espontáneamente
en el corazón de los niños
unos recibirán maravillas
otros caramelos de miel
otros heraldos de adviento
los niños ricos y pobres
no sentirán fríos ni miserias
cantarán aleluyas al niño Dios
con los ojos pegados a un árbol
lleno de bolitas colgantes
y voces de todo el mundo
pidiendo que la tierra sea de todos.


Eduardo Borrero Vargas
Lima, domingo 11 de diciembre del 2022
Derechos Reservados. -

LA ECOLOGIA Y LAS NAVIDADES

Ya estamos cerca de las navidades. Mantengamos el equilibrio, pensando en que vivimos en un mundo tan desigual. Muchos de nuestros niños serán abrumados por los regalos, mientras que otros serán abrumados por las tristezas. Sé que no está en nuestras manos arreglar estas injusticias, pero al menos hagamos una reflexión y oremos para que el Niño Dios les de ese hálito de creer en un mundo mejor. No vayamos a terminar graficados en una tarjeta de Navidad.

Eduardo Borrero Vargas
Lima, sábado 03 de diciembre del 2022

 NAVIDAD 2022

Anoche visité a Papá Noel
en viaje largo emprendido
a su hogar del polo norte
de eterna nieve levantado
el papá Noel ¡Jo Jo jo! reía
junto a los renos y al trineo
esperando la noche buena
para levantar vuelo al cielo
a rociarnos de amor infinito
ahora más feliz que nunca
sé que en esta lista mágica
estaremos todos nosotros.


Eduardo Borrero Vargas (Perú)
2 de diciembre 2022

martes, 6 de diciembre de 2022

María Elena

A María Elena, la busco en el mundo de los espejos. Esa sensación de búsqueda compulsiva me persigue de un tiempo atrás. No hace mucho, confieso, pero ahí está con todo su poder pidiéndome que no salga de su mundo. La busco a diario, por algo que no logro precisar. Sé que está presente y, desde un ángulo imperceptible de ese espejo de profundidad infinita, me aguaita y yo me hago el desentendido para no ahuyentarla. A veces, de reojo, la veo bien centrada, jugando con sus dedos, como si algo misterioso quisiera ocultar. En este juego hay cosas inexplicables, reconocería su voz, sus gestos y su delicado perfume, procedieran de donde procedieran. Su figura me es inconfundible, de eso estoy plenamente seguro. Sin embargo, hay dudas que me inquietan, ¿nos conocíamos, antes de nacer? ¿Existe esta posibilidad? ¿O es que de pequeños nos entreteníamos jugando al dime quién eres y te diré quién soy?

A menudo, imagino o pienso a haberla escuchado, en medio de nuestra euforia infantil, que ella venía del sur, señalándome con su dedo las puertas abiertas secuencialmente en el interior del espejo. Es un lugar maravilloso a miles de kilómetros al sur, me recalcó, para que no lo olvidara. En él, la miel brota de las remolachas que nacen espontaneas de la tierra. Enmudecí. Recién supe que del norte lo sabía todo; del sur nada. A veces, también ella entraba en mutismos prolongados; sin razón aparente. ¿Temor? ¿Dudas? ¿Un mundo creado artificialmente? Y me lo dijo con la mirada, ¿qué pasaría si un malvado arroja una piedra y rompe el espejo? ¿Dejaríamos de existir? ¿Tienes la respuesta? ¿Seguiríamos jugando?

Con el dedo índice sobre mis labios, le pedí silencio. Mira, ¿cómo podrían romper el espejo, si el espejo rota de lugar constantemente? Además, que quienes circulan frente a él viven tan absortos en su mundo externo, que ni sospechan que dentro de los espejos hay vida. Son ciegos y no conciben que hay mundos paralelos. Lo bello radica, recuérdalo, que al vivir en este sitio no envejeceremos. Nos veremos reducidos a lo que somos un: par de niños, jugando a ser adultos. ¿Te parece bien? ¿Estás más tranquila? Pero, dime ¿cómo me encontraste? ¿Por qué tendría que ser yo? ¿Tienes respuestas?

Esos temores, ahora se han replicado en mí, y no es que me falte el valor de seguir en ese estado de flotabilidad. Sino que, al romperse esta burbuja mágica, no sabría cómo ubicarte y me quedaría huérfano, solitario, departiendo con mi propia sombra. Como un ente parasitario. Sin metas, ni esperanzas. Rodando en círculos concéntricos, hasta caer atraído al núcleo negro. Y ser absorbido por densidades abrumadoras, donde todo es oscuridad y amargura. Si esto sucediera, ¿me salvarías sujetándome con tus pequeñas manos? ¿Lo prometes? ¡Ojo que es un pacto de honor! Eso es lo que me preocupa, el vivir alejado del mundo presente sin que a nadie le importe. Entonces, si este es el camino, ¿qué le vamos a ser? Vivir, sólo vivir, hasta rebasar los horizontes para buscar paraísos escondidos, donde jugaremos a las escondidas. ¿Verdad?

Lo único que temo, María Elena, es que este sueño de los espejos, sea consecuencia de otros sueños soñados en otros espejos. Temo que otros estén en fila reclamando y se les ocurra molestarnos para insertarnos en ellos, como si fueran ensueños entremezclados, manejados por manos ajenas, con la finalidad de hacernos perder la razón y someternos a sus designios y hacernos daño. ¿Tan importantes seremos? ¿Será envidia? De lo que sí estoy seguro, debemos aceptarlo, es que los que viven fuera de los espejos no saben que dentro de ellos se es niño. Por eso te pido que permanezcamos aquí; si salimos, el tiempo cronológico nos avasallará. Este es nuestro rincón.

¡María Elena! ¿María Elena? Te me estás yendo, ¿adónde crees que vas? Si tomas ese camino, no te volveré a ver. Sé que tus padres te llaman, apresúrate. El camino de regreso ya lo sabes de memoria. Yo te esperaré, ten la plena seguridad, ya soy parte de este espejo; sin mí, él también morirá.

Eduardo Borrero Vargas
Lima, sábado 26 de noviembre del 2022
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