Narrador,
poeta y amante de la literatura. Nació en Sullana (Piura). Estudió la carrera
de Farmacia y Bioquímica en la Universidad Nacional de San Marcos.
Sus
personajes y narrativa diversa, se aprecia en sus diferentes publicaciones como
en “Del misterio y otros abismos”, “El
creador de universos”, “Los tres toques de la muerte y otros cuentos de
terror”, Marlon y su vida de perros, cuentos urbanos”, “Cuentos parabólicos”, “La
mirada del terror”.
Las misteriosas historias
de Eduardo Borrero
“Mi
rincón donde estoy rodeado de libros y mi vieja PC, siempre reciben mis letras
amargas, dulces, cantarinas y apasionadas”.
POR
FABRIZIO MORÁN MONTOYA
La
literatura fantástica se creó en su mente, desde muy pequeño, que, a través de
sus vivencias extrañas ocurridas en su vida, lo llevó a diferentes destinos
para mezclar la ciencia en la literatura y crear su ciencia ficción.
Estudiaste
farmacia y bioquímica en la universidad San Marcos. ¿Cuándo surgió tu
inclinación a la literatura de la ciencia ficción?
Desde que nací con mis hermanos (9), recreábamos historias de
aparecidos bajados de planetas fugaces, que se escondían detrás de las puertas
y nos dejaban mensajes con voces en los esquineros de los corrales.
Custodiábamos las telarañas de las esquinas de las paredes porque mi madre nos
contaba que en ellas estaban grabadas las voces de los antepasados. A los
enanos que trepaban paredes verticales los ahuyentábamos con tronazones de
ollas. Fu Manchú nos tenía tomados del pescuezo. Jamás supimos quien tocaba el
piano justo a la medianoche y quien correteaba por los patios sin zapatos a
esas horas. Con mis hermanos hacíamos cine de ficción debajo de las camas.
Flash
Gordon y la princesa Dalia era nuestra serie favorita. Y la ciencia ficción me
siguió de por vida. No hay nada más interesante que ver microorganismos en un
microscopio. Nosotros pequeños seres flotantes vemos el cosmos a través de una
ventana tachonada de estrellas. Ya de por sí el ser humano es “ciencia
ficción”. Nadie se explica como un ser “monocelular” termina en lo que somos
ahora. El Big Bang, le dicen.
Escribes
cuentos de terror y suspenso. ¿En qué te inspiras para poder dar inicio a una
obra?
Por las “Tijeretas corta almas”. “Terror y suspenso” que nos
envolvían cuando cada semana una bandada de lechuzas pasaban chirriando los
techos de calamina de la cuadra de mi calle, en Sullana. Sin luz eléctrica, nos
encogíamos debajo de las almohadas, rogando al Dios Creador que no le suceda
nada a algún familiar. Pero estas lechuzas eran certeras siempre había algún
vecino que moría. ¿Coincidencias? ¡Solo Dios lo sabe! Los “enanos enamoradizos”
de niñas, era otro problema. A las doce de la noche, se les rodeaba de
excremento, para ahuyentarlos. Increíble, estos enanos eran “asquientos”.
En
Sullana, también se comentaba, que había casas que les “llovían piedras” o
mujeres que a las 12:00 se convertían en “chanchos” y que en el cementerio los
difuntos salían a charlar los días jueves de cada semana. El tema es largo y
hasta ahora llevo mi casa y mis muertos en mis bolsillos.
Desde
Sullana el lugar que te vio nacer, has viajado a diferentes naciones ¿Qué país
te recibió bien y donde recopilas mejores historias para tus trabajos?
Recibí
cursos de extensión en mi facultad de Química Orgánica y tratamiento de “aguas
industriales”. De ahí una empresa me contrató para trabajar en varios
proyectos. Alimentos para pollos, antioxidantes para “harina de pescado” y
luego en el Departamento de Desarrollo e Investigación de adhesivos
industriales y domésticos. Constantemente viajaba al extranjero a recibir
cursos de entrenamiento. En USA observé. las plantas y laboratorio de primera
línea. En Centroamérica tomé cursos de administración de empresas. A Europa fui
para ver en funcionamiento industrial del proceso de caucho natural e hilos de
nailon. En el retiro me aventuré en trabajos propios me rompí las narices en
las municipalidades y los humillantes improperios de los fiscalizadores.
Felizmente la lectura, la poesía, la narrativa me salvaron de estos sinsabores.
Fuera del Perú, en un hotel en que te hospedaste ocurrió una
muerte…
Por
razones de trabajo tres meses al año viajaba (venta de adhesivos) a Bolivia. Mi
recorrido habitual: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz. En una de mis paradas en
Cochabamba me alojé en un hotel del centro y no tuvieron mejor idea que darme
las llaves de un cuarto donde recién había fallecido un ciudadano israelí.
Pasaron varios meses para borrar su cara de mi carden mental. Felizmente logré
comprender que la muerte a uno lo acompaña hasta el final de la vida. El mito
de Sisifo cargando una piedra sobre su espalda hasta la cima, que es la muerte.
Entrevista publicada en
el diario “Expreso” Sección cultural,
Pág.
24, sábado 15 de mayo del 2021