HALLOWEEN INESPERADO
Germán Restrepo, se
restregó lo ojos con desesperación. No sabía si estaba en el infierno o en el
paraíso. Se le había metido en el mismo centro de la cabeza, como una pica
clavada por la mano de un ser desconocido, que en los venideros meses –no
precisaba el año- le llegaría una misiva conteniendo algo que lindaba con el
misterio y que ocurriría un treinta y uno de octubre. Y al pensar en esa
incertidumbre se le escalofriaba el cuerpo, la quijada se le desencajaba y los
nervios destemplados no le ayudaban a aparentar una cierta compostura ante los
demás. Su cuerpo, a su pesar, se había convertido en una masa gelatinosa y
temblona que exudaba una sustancia acidulada de consistencia brillante y
viscosa.
Selló las entradas de su
habitación ya de por sí oscura, tratando de escudarse dentro de una muralla
imaginaria de suma negrura, en la que él se refugiaba cuando presentía que
algún engendro anónimo iba a pedirle cuentas. Entonces se camuflaba en esa
pared, a compartir con otras almas abyectas, maldades y habilidades de torcer
voluntades de seres bondadosos, solo por el purito placer de recordarse, que él
era un ser nacido para ejercer los oficios más antiguos del mundo: maldad y
daño. Amurallado en sus pensamientos, Germán Restrepo dormía con un ojo cerrado
y otro abierto, con sus poros de la piel expuestos, como si fueran millones de
ojos, esperando ver quién sería ese tan esperado e inquietante mensajero.
Pasaron siglos de esperas
malditas y Germán Restrepo sentía sobre sus espaldas la corcova de la vejez,
pero su mente ajada permanecía ágil y fresca, aunque compungida de que el tan
esperado mensajero demorara tanto en llegar con la misiva conteniendo “quién
sabe qué contenido” en su interior. El insomnio se convirtió en parte de su
vivir, cargó con él como quien lleva colgado a su hombro, o a su cuello, un
saco lleno de evocaciones molestosas. No se sabe si Germán Restrepo camina
despierto o dormido.
Al fin, casi al del abismo
final del fin del mundo, Germán Restrepo recibió la misiva tan esperada. En la
misiva de letras doradas alcanzó a leer con sus ojos chamuscados por el pasar
de los siglos, lo siguiente: Está usted invitado por la Asociación De Brujas
Sin Fronteras a la fiesta de Halloween que se llevará a cabo este 31 de
Octubre, en la explanada de la curva del diablo que queda al final del abismo
del mundo. Firma ilegible. Entendió que debería ir y salió de su muro negro, se
vistió de niño y caminó quedamente al lugar indicado. No se pudo precisar
cuánto duró la caminata.
En la explanada del abismo
del fin del mundo, se vio entrelazado a otros niños sin ojos regalando
caramelos, a calabazas de ojos brillantes aullando, a fantasmas bailando
charlestón, y a brujas de vestidos vaporosos cantando canciones satánicas. Toda
una escena de pavor y a la vez de desenfreno: el gozo por el gozo a la maldad.
Germán Restrepo, sigue en
su cama aferrado a su maldad, se despierta por ratos y de sus manos resbalan,
miles de miles de caramelos.