EL ENVÉS DE SULLANA
Aunque se
desconoce el año o el siglo de los siglos perdidos en la memoria, cuál Tallán
la narró, es de creer que sucedió así, porque sigue grabado en la memoria de
los descendientes que aún cruzan por esos arenales calenturosos. Se cuenta en
las sagradas leyendas tallanes que un día, que no se puede determinar porque en
esos albores no había días ni semanas como los conocemos ahora, sino
simplemente siglos que pasaban de largo encajándose naturalmente en la
continuidad del quehacer humano, los tallanes convocaron a todas las aves y
animales de la comarca. A las aves les encomendaron buscar una lomada cerca de
un río caudaloso y que la demarcaran defecando sobre ella. Sitio exacto, donde
ellos, más tarde, levantarían sus moradas. A los animales les encomendaron que
una vez asentados en ese lugar ocuparan bosques, valles, holladas, quebradas,
cuchillas, cerrerías, “ojos de agua” y se multiplicaran por los alrededores
donde encontrarían sana y abundante comida. Así pues, prosigue la leyenda oral
referida, “seremos confrontados con gente del otro lado del mundo. De nuestra
chicha de maíz alborotadora beberán los dos pueblos, nos mestizaremos, pero
prevalecerán nuestras costumbres y nuestras voces serán cantarinas y pausadas
con precisos e inocentes ¡guas! Y los ojos siempre mirarán al envés, porque de
ese lado converge nuestra naturaleza”.
He aquí
que se cumplió lo narrado oralmente por ese tallán. Esa comarca, después de
muchos deslindes de “toponimólogos”, concluyó que esa lomada llamada Sullana
debería llamarse Sullana. Grata la noticia, porque nos dio derechos y una
identidad muy curiosa, que no la tienen otros pueblos, la de ver más allá del
envés. Ciertamente, para dejarlo bien sentado, al nacer Sullana el gentilicio
de “Envés Sullanero” ya es parte de nuestras herencias. Entonces, queda en
claro que los sullaneros al ser miradores del envés vemos las cosas de una
forma distinta o peculiar. Esta peculiaridad nos encamina a ser fabuladores,
cuenteros, noveleros, historiadores, chamanes, imagineros, moneros, poetas,
músicos, cantores, pintores, compositores, maromeros y sujetos presa de
temores, fantasmas y aparecidos. Vivimos atravesados por un río generoso pero
repleto de iras y de árboles, de arbustos y flores insondables. No nos
encorajinamos si nos llaman burros, caballos, mulos u otras expresiones
alusivas a los animales, pues eso somos, animales pero inteligentes y
creativos. Ese es nuestro mundo rayano a la locura, pero somos libres como una
cometa soltada al viento.
Lo
escrito arriba es una manera de prepararlos a ingresar a lecturas fantásticas o
llamémosles “Cuentos Irracionales”, “Cuentos Patéticos”, “Cuentos Distraídos”,
etc., ya que ninguno de ellos está sujeto al tiempo, a la rigidez de la
realidad, a la memoria traicionera. Simplemente, son juegos virtuales que
aparentan ser verdaderos. Ustedes, quienes los lean, sacarán sus conclusiones.
Y a estos sullaneros, se preguntará mucha gente, ajena a nuestro universo… ¿de
dónde diablos les viene el envés?
Eduardo Borrero Vargas