jueves, 6 de agosto de 2020

Declaratoria de guerra

 “Se declara la guerra literaria. Escritores y poetas provincianos forman asociación contra el círculo literario limeño y acusan a jurados renombrados de amañamientos y favoritismos en los concursos literarios. Quemarán sus últimas letras en esta guerra justa. No habrá tregua ni respiro. Por lo pronto dejarán de concursar. Entrarán a lo que ellos le llaman -vigilia literaria-. Ruegan al público amante de las letras apoyar esta singular asociación”.

En esto fantaseaba el Negro Faura, mientras repasaba el último volante informativo que había guardado, de los cientos que el escritor le había encomendado los distribuyera en universidades, centros culturales y lugares más transitados de la capital; lo aprendió de memoria por si acaso un espía de la intelectualidad limeña se apropiara de lo que sería en la posteridad un testimonio histórico de esta lucha sin precedentes en el mundo. Lo recitó en voz alta y potente, como si de un tabladillo se dirigiera a una multitud sujeta a su voluntad: “Compañeros provincianos ya es hora de romper las cadenas que atan nuestra vena literaria. Ponernos de pie, es un deber ineludible. La historia así lo exige. La reivindicación intelectual es de justicia. Destruyamos al pomposo círculo literario limeño. Abajo los jurados elitistas. Que viva la lucha literaria. Que viva las provincias. Unidos venceremos”.

 Oye, negro - se escuchó burlándose de si mismo- si en San Marcos hubiese oficiado de volanteador de grupos revoltosos hoy sería con toda seguridad un hábil congresista o un poderoso líder de opinión. Se cagó de la risa y siguió leyéndose en las primeras páginas de los diarios mas renombrados: “A un egresado de la Universidad de San Marcos, apodado el Negro vejete, lo sorprenden in-fraganti a plena luz del día volanteando propaganda subversiva en las principales avenidas de nuestra bella ciudad jardín. Se sospecha que pertenece al comité de propaganda de un pseudo-grupo de intelectuales nacidos en Sullana y en otras provincias, qué intentan dar un zarpazo moral a la intelectualidad limeña”…. “Después de los interrogatorios de ley, la policía lo recluyó en la carceleta del Palacio de Justicia. Se le acusó de apología del terrorismo. Se le exigirá al recto e intachable Fiscal de la Nación, solicite al poder judicial una pena privativa de la libertad, de no menos ciento noventa y nueve años de prisión. Este castigo ejemplarizador servirá para que en el futuro estas agrupaciones de inconformes y levantiscos provincianos, respeten a los ínclitos escritores limeños”.

Los enfrentamientos literarios no son redituables. Estos monstruos, elefantes sagrados, los pisotearán con saña y odio, como hormigas depredadoras y encima los asfixiarán con sus gases intestinales, producto de embodegarse las tripas con fideos de letras podridas traídas del viejo mundo… ¡ya lo vivirán en carne propia!

El Negro -se agrió- al analizar las advertencias de Carlitos Sarmiento qué en un rayo de lucidez alcohólica, le había advertido premonitoriamente desde que se inició esta aventura.  Los sueños -prosiguió- las promesas, y las buenas intenciones, pueda ser, que me hayan alejado de la realidad, pero el papel de redentor de los oprimidos intelectuales no lo abandonaré, así Carlitos me fastidie con sus insinuaciones delirantes. O se alinea al movimiento o terminará cantando boleros cantineros en cantinas de mala reputación.

En la vida se pelea por algo que vale la pena pelear. Y este es el punto de inflexión o de quiebre: ¡basta de arrodillarnos ante una intelectualidad egoísta, apolillada y centralista! Seguramente- siguió dando vueltas el negro- la brega será traumática. Tal vez, gastaremos muchas suelas de zapatos, bastante saliva, recursos oratorios y hasta pañuelitos blancos para llenar plazas de oyentes, pero esto es un costo mínimo, para lo que buscamos: la puesta en valor de la intelectualidad provinciana.

Bordeaba ya el mes de Diciembre y la última vez que preguntó por el escritor, ese inolvidable 15 de Febrero del año 1,975, en el Queirolo, donde Carlitos Sarmiento les reveló que el escritor sufría de manías depresivas y las ocultaba candorosamente, con: “amigos del gremio, disculpen mis ausencias pero estos meses han sido fructíferos, he escrito veinte cuentos y diez novelas cortas, frescas y sustanciosas, todas por supuesto las he enviado a concursos nacionales e internacionales, solo esperemos los laureles”.

En realidad, estos comentarios insidiosos de Carlitos, al Negro, le llegaban altamente, su fe se mantenía intacta en la lucha ya emprendida con lo que él también le dio por nombrarla: la reivindicación del pensamiento de los pueblos sin nombre. Ocho meses,- calculó el Negro- a chupeta por semana, treinta y dos chupetas sin saber del amigo escritor. ¡Que manera de jodernos la existencia! Si supiera lo que se ha perdido o mejor dicho nada ya que el 29 de agosto el gobierno pasó de las manos de un gorilón a otro gorilón.

Aunque este gorilón no nos molestó tanto como el otro gorilón con sus cierras puertas y “toques de queda” y sus reformas agrarias y sus ideas socializantes puestas en mano de intelectualoides mas interesados en aparentar virtudes falsas y estúpidas y de apropiarse de estos tiempos propicios para camuflarse de escritores sensibles al sufrimiento de los campesinos y ¡oh! milagro en convertirse en gañanes, lamperos, surqueros, regadores, pajareros, cañeros, piscadores de algodón y faenadores de ganado.

Estas mierdas -siguió el negro- casi nos engañan y sus galardones florales los ganaron suplantando a los patrones: “Campesinos, con estas manos callosas y sangrantes de tanto escribir, nosotros los intelectuales capitalinos, hemos tragado de tu pobreza”. Y ellos no tienen perdón de Dios, si es que Dios en verdad existe -refunfuñó el Negro- porque de la pobreza nadie se burla ni mucho menos estos aprovechadores a los que nunca las tripas les han rechinado por un mendrugo de pan. Treinta y dos chupetas perdidas y desperdiciadas sin poder refutar a esta gavilla de vividores.

Ahora más que nunca -pensó el Negro- es necesario que el escritor aparezca y en un movimiento involuntario tomó de su velador el último volante histórico y lo miró como si a través de él mirara el futuro. Y le corrieron lágrimas de impotencia y la oscuridad de la noche lo apabulló y reclamó al silencio si los novecientos noventa y nueve putos volantes repartidos con diligencia le harían mella al intelecto limeño: ¡Vida esquiva dame la cara y verás un hombre peleándote lo injusta que eres!

Y el negro se la jugó entero y sin temor, como cuando de estudiante universitario jugaba una caja de cerveza a un tiro de cubilete, sin tener un centavo en el bolsillo y anunciaba su triunfo, por adelantado: ¡Miren, compañeros estudiantes, ahí va el cubilete al centro de la mesa y al levantarlo verán cinco puntos negros prodigiosos que nos darán de chupar gratis! ¡Señores sentémonos y gocemos de este paréntesis que nos ofrece la vida!                                            

EL OLOR DE LA POBREZA

En la choza de la Anselma,
allá en Querecotillo,
olí el olor de la pobreza.
Esa mezcla de polvo,
salitre y cenizas,
que ocultan brazas
en los rescoldos,
de cocinas apretujadas.
De ollas sin fondo,
cocinando solo
sudor y lágrimas.
De cuerpos descarnados
y de ojos legañosos
de gentes sigilosas,
que no reflejan sombras.
Creo con rabia,
que el olor del yucún,
apisonado por siglos,
por pies descalzos
lo tendré grabado:
No, en la punta de la nariz
sino en algún repliegue
de mi cerebro marcado
a hierro candente.
 
 
EL SUERTERO

Todos lo viernes de todas las semanas,
a la medianoche, al primer canto del gallo,
el suertero mayor abrazado de velones,
cruzaba los costillares del puente de Sullana.
Prendiendo velas a las ánimas muertas,
por los salitrosos caminos que van a Salitral,
acatando el pacto con el avariento duende
que usa los algarrobos de El Garabato,
como arcas para esconder el oro
fruto, de sus codicias y usuras.
Según el ayudante Evilio Jaramillo,
que trastornado, de lo alto del puente
sigue pregonando esta desventura,
donde el suertero fue muerto
por su propia ánima muerta,
que el duende usó como trampa
revistiéndola de reluciente oro.
Después de años, lustros y décadas,
la gente del lugar no le asunta,
porque ignoran si desde antaño,
en estas tierras norteñas vivió un
suertero, vendedor de ilusiones.

👉 Eduardo Borrero Vargas – Derechos Reservados
  (Publicado en la edición N° 26 del mes de junio del 2009 en la revista "El Tallán Informa" de Sullana

Las primeras decepciones

Usualmente, Cesítar Ríos el más reservado del grupo, pero, agudo y centrado en sus apreciaciones, viajaba a Ica, al sur de Lima, a visitar a su familia. Para su mala suerte, en uno de sus innumerables viajes, le tocó de compañero de asiento un poeta sanmarquino:

- Joven- le habló Cesítar con recelo porque el tipejo compañero de viaje, de cara de peseta gorda, no le inspiraba confianza- ¿Es usted poeta?...

- ¿Y cómo lo adivinó? - le contestó sin molestarse en voltear a verlo, sino que su mirada seguía fija en un libro grasoso de tanto manoseo signo evidente de haber sido adquirido en librerías de libros de segunda, tercera, cuarta o de un millón de manos.   

- Por sus aires de grandeza, bien que lo sabe, que solo los poetas se dan su lado. Además, observo con fascinación como se regodea leyendo esos poemas de ese libro escrito en la lengua de Moliere, ¿acaso usted es francófono? - le respondió Cesítar con Ironía.

- Pero, por supuesto, ¿qué poeta llega a ser grande sin leer a los grandes de la “ciudad luz”? He vivido diez años en Francia gracias a una beca ganada a punta de lengua. Para su conocimiento, he ganado premios literarios en París y La Habana y otros acá en el país en que vivimos a los que no les doy mucha importancia.

- ¿Cual es su nombre poeta laureado o usa algún seudónimo que haga juego con su personalidad? - lo tanteó Cesítar.

- Firmo mis poemas como “Charles Duval”, porque con mis nombres y apellidos de nacimiento no llego ni a la esquina, sopese la astucia del gran Neruda, Premio Nóbel de Literatura, gigante del parnaso; retumbó el mundo como Pablo Neruda. ¿Qué hubiese pasado si obstinadamente el poeta seguía como Reyes? ¡En el vacío, compañero de viaje, en el vacío! Afine sus oídos: ¡Pablo Neruda suena a música poética, Neptalí Reyes suena a desafinos poéticos!

- ¿Por qué coteja su seudónimo con el de Pablo Neruda? ¿Acaso usted pretende ser en los años venideros Premio Nobel de literatura? ¡Se chifló o se desbocó! ¿Señor poeta? - Cesítar trataba de desequilibrarlo.

- Le parece, amigo, le parece. Mi seudónimo me costó trabajo. No es fácil encontrar balances equilibrados; en lo que uno es y lo que quisiera ser. Por si acaso, ¿usted leyó alguna vez a Charles Baudelaire?

- Claro, ¿qué estudiante sanmarquino no curioseó los poemas del “poeta maldito? - le mintió Cesítar.

- Amigo, me dejó sin aliento, ¿acaso también usted es poeta?...

- No, definitivamente, no. Soy un simple contador público que pertenece a una corriente intelectual de provincianos que le ha declarado la guerra a la intelectualidad limeña. Usted, don “Charles Duval” poeta internacional, ¿no nos apoyaría en este movimiento singular? - Cesítar lo aguijoneó.

- ¡Pero qué majadero! ¿Qué confianzas son estas? ¡Un “Charles Duval”, no puede mezclarse con la pobreza intelectual!

- Pero, ¿por qué enervarse, si tan solo es una broma? Bueno, pero aclare, ¿en que pueblo de Ica vio la luz? - lo desvió Cesítar.

- Eso no tiene importancia, uno nace en el mundo no en punto geográfico, so pedazo de impertinente.

- Sigue enervándose y enredándose en sus respuestas contradictorias, eso me da a entender que la soberbia lo ha cegado. Usted está cagando fuera del retrete- le respondió rápidamente Cesítar. ¿Como llegar a entender a un poeta mundano sin referencias geográficas, entonces, de donde manan sus poemas sino tiene pasado vivencial o es un cojudo copión afrancesado? Le aconsejo que conviva con putas y de repente es premiado con una sífilis de padre y señor mío como su aclamado Baudelaire, su epitafio apropiado sería: “Aquí yacen los restos del incomprendido poeta “Charles Duval” fallecido a fines del siglo veinte infestado voluntariamente de sífilis, en honor a los “poetas malditos”. Que Dios los junte en el cielo o en el infierno o en Francia o en los arenales de Ica”.

El viaje concluyó justo a tiempo. Tres horas intensas, salpicadas de sarcasmos e ironías, lo habían dejado con ganas de destrozarle la cara a pañuelazo sucio al indigno, remedo de poeta. Equivocadamente la vida azota a diario y se presta a que estos fatuos tipejos se apañen en estas premisas falsas, para sacar verdades sin sustento. Para ellos crear un premio literario “a la perfección de creerse” sería justo y la más limpia victoria a la inventiva literaria. ¡Dios, no sé si hacerme del cuerpo o que el cuerpo haga de mí lo que le dicte sus enmierdadas necesidades! ¡Les advierto, a los futuros ganadores, el olor a mierda va de yapa! Y los verán inflando su ego, asombrados como el vulgo se aparta de ellos, reafirmándose en su ceguera que “el vulgo después de todo mantiene sus distancias”. Miren- alardearán- a esos tontos, corriendo con las narices tapadas con la mano izquierda y con la mano derecha agitándola para ralear los malos aires. Y lo dicen, con desparpajo: ¡nos reconocen por el tufillo intelectual que regamos al caminar! ¡Que manera de creerse!

Se bajó en el terminal, que quedaba en la Plaza de Armas del pueblo. Su padre ya lo esperaba y caminaron despacio en dirección a la casa, giró la cabeza y vio que “Charles Duval” se perdía por una callejuela:

- ¿Quién es ese sujeto estrafalario que se aleja por esa calle?- le preguntó al padre.

- No lo conozco, Ica se ha multiplicado, hay nuevas gentes, nuevas caras y nuevas costumbres. Las familias antiguas se han mudado a Lima. Solo vienen de visita de vez en cuando. Somos extraños en nuestro propio pueblo. Es un absurdo, pero así es. Y bueno, ¿qué tal el viaje, hijo? 

- Padre, es que uno se sopla tales esperpentos. ¿Como escoger a los   compañeros de viaje? No lo sé, pero alguien me castigó. Figúrate que me tocó un tipo con el cerebro agusanado.  

- No hay forma de elegirlos- le contestó el padre. El azar tiene que ver con esto o alguien te castigó como lo afirmas. ¿Pero qué es lo que te irrita?

- Ese sujeto a quien no lo conoces, de boina y vestimenta pintoresca dice ser poeta renombrado y que su seudónimo es “Charles Duval”. Ha vivido toda una década en Francia y hiede a miasma porque sostiene, con un desparpajo, que los genios literarios en Europa no se bañan.

- Pero, hijo, tómalo con calma. Aquel que reniega de sus orígenes no merece llamarse hombre- lo apaciguó el padre.

- ¿O es que son mañas importadas del viejo mundo donde los genios de las letras aseguran que el agua entumece la inspiración y de este modo justifican sus desaseos, mi querido padre?

- ¡Hijo!, no lo sé, quizá de ese ángulo pestífero ven al mundo. Entiendo tu fastidio, pero ya es el momento que disfrutemos el almuerzo. Vamos a la casa a degustar el guiso de gallina de corral, sazonado por tú madre. Bien lo sabes, zamarro, qué tu madre se desvive por ti. Qué comentarios hay en Lima. ¿Y el nuevo gorilón devolverá los periódicos a sus verdaderos dueños?

- La verdad padre, lo dudo, seguirán confiscados, y el nuevo gorilita seguirá lustrando el sillón presidencial para rato. La cuestión reside en que vivamos lo mejor que podamos y dejemos que las cosas sigan su curso hasta que alguien les ponga compuertas y discurran por otros caminos, para mejor o para peor; creo que hasta Dios ignora el futuro del Perú.

- Tampoco seamos pesimistas, hijo… ¿y como les va con el movimiento intelectual?

- Entrampados, padre. No bajaremos los brazos, la lucha es a muerte. No hay chepa de por medio. Seguiremos en la trinchera.

Terminaron el almuerzo. Tuvieron una larga sobremesa. Preguntó por sus hermanos. Él era el menor de todos. Aún mantenía la ligazón umbilical con su madre. Tomó una siesta de unas dos horas. Luego su padre lo acompañó a la agencia de transportes. Le tomó la mano y le dijo mirándolo a los ojos: cuídate y dile a mamá que en dos o tres semanas estaré de regreso.

Cesar Ríos, se acomodó en la parte delantera del ómnibus pegado a la ventanilla y de reojo alcanzó a ver a “Charles Duval” sentado en el fondo, todo desparratado y con los ojos cerrados como si el mundo pasara silencioso junto a él. De lo que me salvé- pensó. Avanzó el bus por los arenales rumbo a Lima. Se relajó, el sueño lo fue invadiendo, sintió como si el cuerpo se le iba y se dejó llevar. Se bajó en el Parque Universitario. Y escuchó un:

- ¡Escuche! ¡Escuche! En el supuesto negado que los intelectuales limeños acepten ventilar en público sus retos y balandronadas, recuerden que lo harán en francés qué como su lengua natal la hablan como los dioses y ustedes miserables que apenas son monolingües mal hablados, ¡quedarán como zapatillas viejas!

- Nos tiene sin cuidado, monsieur Duval, les responderemos con el lenguaje preciso, agradable y refinado de callejón de un solo caño. Vaya  a su escondite y dúchese en seco no se le vayan atrofiar sus atributos excelsos…

Fijó su mirada en el reloj del parque.  Las agujas del reloj marcaban las ocho. A esas horas de la noche la fachada de la universidad lucia sin vida. Sintió escalofríos. Alcanzó la esquina del Ministerio de Educación con la avenida Abancay, abordó la línea 33 y a la altura del paradero de la plaza Bolognesi le pareció escuchar al llamador… “línea treintitres que en un tres por tres lo lleva a París, Madrid, Roma y anexos”. Eso es -reflexionó Cesitar- la gran Lima, es un ómnibus destartalado, apretujado de provincianos “alimeñados” que serán utilizados como francotiradores para desprestigiar al movimiento literario… ¡si es para deprimirse!

Eduardo Borrero Vargas – Derechos reservados 2009

Libro “Alma del norte” se presentó en Lima

En días pasados se llevó a cabo la ceremonia de presentación del libro “Alma del Norte” de Eduardo Borrero Vargas, un sullanero que, con una vocación orientada hacia la literatura, ha publicado recientemente este libro, como diéramos a conocer desde periódico digital “El Regional” el mes de abril.

La actividad se realizó en la Casa Museo “José Carlos Mariátegui” ubicada en Washington 1946, Lima, y contó con la asistencia del presidente de la Asociación Cultural Tallán, Luís Ernesto Mendoza Ramírez, quien en su intervención enfatizó en la tarea que viene desarrollando la mencionada institución, a través de publicaciones relacionadas con la literatura e historia regional. La asociación “Tallán” ha auspiciado la publicación del presente trabajo, como lo hiciera anteriormente con “El tigre de Piura”, de Guillermo Garrido Lecca; “Obras completas”, de Lola Cruz de Acha; “La Nariz del diablo”, de Leopoldo Ramírez Ruiz; “Raíces de Piura, tras el rastro de nuestra identidad”, de Carlos Arellano Agurto; y “Voces ayabaquinas”, de Teodoro García Merino.

La presentación del libro estuvo a cargo de Miguel Arturo Seminario Ojeda, quien realizó un análisis y comentario crítico sobre este primer trabajo de Eduardo Borrero Vargas, el presentador destacó las cualidades literarias de Borrero, y la relación entre el contenido y la identidad regional.

El autor de la publicación centró su participación en detallar los motivos que lo llevan a escribir y porque su preferencia con el norte, con su entorno cargado de experiencias familiares y sociales, ya que su tarea de escribir, con toda seguridad se sucederá con nuevos aportes.

Como parte de la ceremonia, Enzo Pinamonti Mariátegui, sobrino nieto del Amauta, donó a la Casa Museo “José Carlos Mariátegui”, un retrato de su bisabuela, doña Amalia La Chira, madre del autor de 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, y dos de la imprenta y librería “Minerva”, propiedad de Julio César Mariátegui La Chira, donde vieran la luz los primeros trabajos de José Carlos Mariátegui La Chira.

Este acto tuvo un gran significado, dado que se destacan las raíces tallanes del ideólogo, por ser nieto de un piurano de Catacaos, don José del Carmen La Chira.

El director de la casa museo, don Osmar Gonzáles Alvarado, agradeció el gesto de donación y el haberse elegido a la casa museo para presentación del libro.

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Prólogo del poemario "Bosques secos"

Al parecer, entre varios hombres de letras radicados en Lima, hay un convencimiento y afirmación con respecto a la literatura en Sullana y de Piura en general sobre que los poetas y los narradores son muchos, es como si el espacio geográfico moldeara o tuviera mucha influencia en la naturaleza sensible y soñadora de los poetas y narradores de la Región, como puede evidenciarse en la producción fecunda de los piuranos en el campo de la literatura.

No hace mucho asistimos al nacimiento de un libro cuyo autor hoy nos gratifica con otro titulado BOSQUES SECOS, dividido en dos partes. Que significa esto, que el alma del narrador y poeta se desborda intempestivamente a torrentes, o que esa producción guardada se libera de a pocos para ser compartida con los demás; sea cual fuere la razón, los otros aplaudimos este coraje de hacer literatura y publicarla en soportes tradicionales, en este tiempo de revolución tecnológica, en que mucha gente se acerca a la lectura a través de lo virtual.

La primera parte del libro, POEMAS OCULTOS, realmente descubre al moldeador de la palabra hecha versos, nos presenta a Eduardo Barrero Vargas transitando de la mano con el paisaje y la naturaleza, en un mundo donde el colibrí se entrelaza con el ave luisa, y se mezcla con el canto del choqueco y la arquitectura del hornero tallán. En esta poesía llena de figuras hechas arte en la palabra, se retrata el alma y la experiencia del autor Eduardo Borrero Vargas, entregando las vivencias suyas que en buena parte son las del género humano, del hombre hecho barro que no puede escapar a los conflictos y congojas, que no puede eludir las discrepancias ni puede escapar a la dualidad de la vida, y se manifiestan ya sea en la alameda de los ciruelos, o bajo la flor del algarrobo humedecido por la lluvia

No se escapan a estas poesías de vida, una en relación con la pobreza no vivida como experiencia personal, sino captada a partir del paisaje social, de un mundo de exclusiones sociales que aún se mantiene débilmente en algunos espacios que se niegan al reconocimiento y trato igualitario para el resero, el suertero, el negro, el blanco, el indio o el amarillo.

En la segunda parte, un cuento: LA MAQUINA QUE DEVORA CRISTIANOS, nos mantiene atrapados en una lectura que nos permite recorrer el tiempo y encontramos con un paisaje social ya inexistente, con un teatro de vida humana que se protagonizaba en otro contexto socio temporal, cargado de tradiciones y de supersticiones muy tenidas en cuenta en sectores medios, y sobre todo en el sector urbano popular y en el campo. Los personajes principales del cuento resumen una manera de ser de muchas personas, que paralelamente a sus creencias cristiano católicas mantenían las prácticas y creencias de sus ancestros, por eso aparece al lado del Señor Cautivo de Ayabaca, la figura del brujo, aquél señor a veces misterioso que como una especie de oráculo leía el porvenir y recomendaba qué hacer en diversas circunstancias el cuento retrata una forma de vida de ayer, bucólica, serena, imperturbable, porque aún no aparecía esta tecnología que acelera y cambia nuestra forma de pensar y de obrar.

Esperamos pues, que la vena literaria de Eduardo Borrero Vargas no se agote ahora, y que siga por siempre, dando estos testimonios de vida y esta entereza de seguir construyendo literatura a partir de la realidad.

Al parecer, entre varios hombres de letras radicados en Lima, hay un convencimiento y afirmación con respecto a la literatura en Sullana y de Piura en general sobre que los poetas y los narradores son muchos, es como si el espacio geográfico moldeara o tuviera mucha influencia en la naturaleza sensible y soñadora de los poetas y narradores de la Región, como puede evidenciarse en la producción fecunda de los piuranos en el campo de la literatura.

No hace mucho asistimos al nacimiento de un libro cuyo autor hoy nos gratifica con otro titulado BOSQUES SECOS, dividido en dos partes. Que significa esto, que el alma del narrador y poeta se desborda intempestivamente a torrentes, o que esa producción guardada se libera de a pocos para ser compartida con los demás; sea cual fuere la razón, los otros aplaudimos este coraje de hacer literatura y publicarla en soportes tradicionales, en este tiempo de revolución tecnológica, en que mucha gente se acerca a la lectura a través de lo virtual.

La primera parte del libro, POEMAS OCULTOS, realmente descubre al moldeador de la palabra hecha versos, nos presenta a Eduardo Barrero Vargas transitando de la mano con el paisaje y la naturaleza, en un mundo donde el colibrí se entrelaza con el ave luisa, y se mezcla con el canto del choqueco y la arquitectura del hornero tallán. En esta poesía llena de figuras hechas arte en la palabra, se retrata el alma y la experiencia del autor Eduardo Borrero Vargas, entregando las vivencias suyas que en buena parte son las del género humano, del hombre hecho barro que no puede escapar a los conflictos y congojas, que no puede eludir las discrepancias ni puede escapar a la dualidad de la vida, y se manifiestan ya sea en la alameda de los ciruelos, o bajo la flor del algarrobo humedecido por la lluvia

No se escapan a estas poesías de vida, una en relación con la pobreza no vivida como experiencia personal, sino captada a partir del paisaje social, de un mundo de exclusiones sociales que aún se mantiene débilmente en algunos espacios que se niegan al reconocimiento y trato igualitario para el resero, el suertero, el negro, el blanco, el indio o el amarillo.

En la segunda parte, un cuento: LA MAQUINA QUE DEVORA CRISTIANOS, nos mantiene atrapados en una lectura que nos permite recorrer el tiempo y encontramos con un paisaje social ya inexistente, con un teatro de vida humana que se protagonizaba en otro contexto socio temporal, cargado de tradiciones y de supersticiones muy tenidas en cuenta en sectores medios, y sobre todo en el sector urbano popular y en el campo. Los personajes principales del cuento resumen una manera de ser de muchas personas, que paralelamente a sus creencias cristiano católicas mantenían las prácticas y creencias de sus ancestros, por eso aparece al lado del Señor Cautivo de Ayabaca, la figura del brujo, aquél señor a veces misterioso que como una especie de oráculo leía el porvenir y recomendaba qué hacer en diversas circunstancias el cuento retrata una forma de vida de ayer, bucólica, serena, imperturbable, porque aún no aparecía esta tecnología que acelera y cambia nuestra forma de pensar y de obrar.

Esperamos pues, que la vena literaria de Eduardo Borrero Vargas no se agote ahora, y que siga por siempre, dando estos testimonios de vida y esta entereza de seguir construyendo literatura a partir de la realidad.

Lima, diciembre del 2009
Miguel A. Seminario Ojeda, presidente honorario de la Asociación Cultural Tallán
👉 Eduardo Borrero Vargas – Derechos reservados – 2009  

AVE LUISA

Pajarillo frágil de noble gorgojeo,
que vuelas a ras de mi esencia.
Coloreando mis afectos y querencias,
de celeste como el sublime cielo

Pajarillo pintado de divinos celestes,
descendiste de lo alto de 105 cielos.
A colmar mis abismos inescrutables,
de puros y hermosos sentimientos

Vuela pajarillo de perfil celestial,
a tu nido de la colina algodonada.
En busca del manto de tu fiel amada,
a esquivar la sin razón de la envidia.

Vuela pajarillo de perfil celestial,
al etéreo paraíso que es tu sitial.
A gorgojear cadenciosas melodías,
escritas en partituras imaginarias.

Vuela más arriba de las nubes,
celeste Luisa a rociamos de dones.
y así algún día volar a tus edenes,
a compartir tus celestes colores

Para la prima Florencla Vargas Rey y su mundo celeste" 

Eduardo Borrero Vargas publica "Bosque secos"
El escritor sullanero Eduardo Vargas Borrero ha publicado el libro “BOSQUES SECOS” (poemas y cuentos), el mismo que fue presentado en Lima y Sullana.
El libro ha sido prologado por el conocido investigador e historiador sullanero, don Miguel Arturo Seminario Ojeda, acucioso estudiador de la historia de Sullana y la región Piura.
El libro fue editado con el auspicio de la Asociación Cultural Tallán, institución con residencia en Lima 

Bosques secos
Parte I: Poemas ocultos
Parte II: La máquina devoradora de cristianos
1º edición Lima 2009
Eduardo Borrero Vargas
Email: Eduardo Borrero <eborrerovargas@gmail.com>
Carátula:  Angin Borrero Rojas, Aldo Borrero Rojas
Corrector: Alina Borrero Rojas, Ilde Borrero Rojas
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú:
Nº 2009-15342
Derecho Reservado
Auspicio: Asociación Cultural Tallán