jueves, 6 de agosto de 2020

Las primeras decepciones

Usualmente, Cesítar Ríos el más reservado del grupo, pero, agudo y centrado en sus apreciaciones, viajaba a Ica, al sur de Lima, a visitar a su familia. Para su mala suerte, en uno de sus innumerables viajes, le tocó de compañero de asiento un poeta sanmarquino:

- Joven- le habló Cesítar con recelo porque el tipejo compañero de viaje, de cara de peseta gorda, no le inspiraba confianza- ¿Es usted poeta?...

- ¿Y cómo lo adivinó? - le contestó sin molestarse en voltear a verlo, sino que su mirada seguía fija en un libro grasoso de tanto manoseo signo evidente de haber sido adquirido en librerías de libros de segunda, tercera, cuarta o de un millón de manos.   

- Por sus aires de grandeza, bien que lo sabe, que solo los poetas se dan su lado. Además, observo con fascinación como se regodea leyendo esos poemas de ese libro escrito en la lengua de Moliere, ¿acaso usted es francófono? - le respondió Cesítar con Ironía.

- Pero, por supuesto, ¿qué poeta llega a ser grande sin leer a los grandes de la “ciudad luz”? He vivido diez años en Francia gracias a una beca ganada a punta de lengua. Para su conocimiento, he ganado premios literarios en París y La Habana y otros acá en el país en que vivimos a los que no les doy mucha importancia.

- ¿Cual es su nombre poeta laureado o usa algún seudónimo que haga juego con su personalidad? - lo tanteó Cesítar.

- Firmo mis poemas como “Charles Duval”, porque con mis nombres y apellidos de nacimiento no llego ni a la esquina, sopese la astucia del gran Neruda, Premio Nóbel de Literatura, gigante del parnaso; retumbó el mundo como Pablo Neruda. ¿Qué hubiese pasado si obstinadamente el poeta seguía como Reyes? ¡En el vacío, compañero de viaje, en el vacío! Afine sus oídos: ¡Pablo Neruda suena a música poética, Neptalí Reyes suena a desafinos poéticos!

- ¿Por qué coteja su seudónimo con el de Pablo Neruda? ¿Acaso usted pretende ser en los años venideros Premio Nobel de literatura? ¡Se chifló o se desbocó! ¿Señor poeta? - Cesítar trataba de desequilibrarlo.

- Le parece, amigo, le parece. Mi seudónimo me costó trabajo. No es fácil encontrar balances equilibrados; en lo que uno es y lo que quisiera ser. Por si acaso, ¿usted leyó alguna vez a Charles Baudelaire?

- Claro, ¿qué estudiante sanmarquino no curioseó los poemas del “poeta maldito? - le mintió Cesítar.

- Amigo, me dejó sin aliento, ¿acaso también usted es poeta?...

- No, definitivamente, no. Soy un simple contador público que pertenece a una corriente intelectual de provincianos que le ha declarado la guerra a la intelectualidad limeña. Usted, don “Charles Duval” poeta internacional, ¿no nos apoyaría en este movimiento singular? - Cesítar lo aguijoneó.

- ¡Pero qué majadero! ¿Qué confianzas son estas? ¡Un “Charles Duval”, no puede mezclarse con la pobreza intelectual!

- Pero, ¿por qué enervarse, si tan solo es una broma? Bueno, pero aclare, ¿en que pueblo de Ica vio la luz? - lo desvió Cesítar.

- Eso no tiene importancia, uno nace en el mundo no en punto geográfico, so pedazo de impertinente.

- Sigue enervándose y enredándose en sus respuestas contradictorias, eso me da a entender que la soberbia lo ha cegado. Usted está cagando fuera del retrete- le respondió rápidamente Cesítar. ¿Como llegar a entender a un poeta mundano sin referencias geográficas, entonces, de donde manan sus poemas sino tiene pasado vivencial o es un cojudo copión afrancesado? Le aconsejo que conviva con putas y de repente es premiado con una sífilis de padre y señor mío como su aclamado Baudelaire, su epitafio apropiado sería: “Aquí yacen los restos del incomprendido poeta “Charles Duval” fallecido a fines del siglo veinte infestado voluntariamente de sífilis, en honor a los “poetas malditos”. Que Dios los junte en el cielo o en el infierno o en Francia o en los arenales de Ica”.

El viaje concluyó justo a tiempo. Tres horas intensas, salpicadas de sarcasmos e ironías, lo habían dejado con ganas de destrozarle la cara a pañuelazo sucio al indigno, remedo de poeta. Equivocadamente la vida azota a diario y se presta a que estos fatuos tipejos se apañen en estas premisas falsas, para sacar verdades sin sustento. Para ellos crear un premio literario “a la perfección de creerse” sería justo y la más limpia victoria a la inventiva literaria. ¡Dios, no sé si hacerme del cuerpo o que el cuerpo haga de mí lo que le dicte sus enmierdadas necesidades! ¡Les advierto, a los futuros ganadores, el olor a mierda va de yapa! Y los verán inflando su ego, asombrados como el vulgo se aparta de ellos, reafirmándose en su ceguera que “el vulgo después de todo mantiene sus distancias”. Miren- alardearán- a esos tontos, corriendo con las narices tapadas con la mano izquierda y con la mano derecha agitándola para ralear los malos aires. Y lo dicen, con desparpajo: ¡nos reconocen por el tufillo intelectual que regamos al caminar! ¡Que manera de creerse!

Se bajó en el terminal, que quedaba en la Plaza de Armas del pueblo. Su padre ya lo esperaba y caminaron despacio en dirección a la casa, giró la cabeza y vio que “Charles Duval” se perdía por una callejuela:

- ¿Quién es ese sujeto estrafalario que se aleja por esa calle?- le preguntó al padre.

- No lo conozco, Ica se ha multiplicado, hay nuevas gentes, nuevas caras y nuevas costumbres. Las familias antiguas se han mudado a Lima. Solo vienen de visita de vez en cuando. Somos extraños en nuestro propio pueblo. Es un absurdo, pero así es. Y bueno, ¿qué tal el viaje, hijo? 

- Padre, es que uno se sopla tales esperpentos. ¿Como escoger a los   compañeros de viaje? No lo sé, pero alguien me castigó. Figúrate que me tocó un tipo con el cerebro agusanado.  

- No hay forma de elegirlos- le contestó el padre. El azar tiene que ver con esto o alguien te castigó como lo afirmas. ¿Pero qué es lo que te irrita?

- Ese sujeto a quien no lo conoces, de boina y vestimenta pintoresca dice ser poeta renombrado y que su seudónimo es “Charles Duval”. Ha vivido toda una década en Francia y hiede a miasma porque sostiene, con un desparpajo, que los genios literarios en Europa no se bañan.

- Pero, hijo, tómalo con calma. Aquel que reniega de sus orígenes no merece llamarse hombre- lo apaciguó el padre.

- ¿O es que son mañas importadas del viejo mundo donde los genios de las letras aseguran que el agua entumece la inspiración y de este modo justifican sus desaseos, mi querido padre?

- ¡Hijo!, no lo sé, quizá de ese ángulo pestífero ven al mundo. Entiendo tu fastidio, pero ya es el momento que disfrutemos el almuerzo. Vamos a la casa a degustar el guiso de gallina de corral, sazonado por tú madre. Bien lo sabes, zamarro, qué tu madre se desvive por ti. Qué comentarios hay en Lima. ¿Y el nuevo gorilón devolverá los periódicos a sus verdaderos dueños?

- La verdad padre, lo dudo, seguirán confiscados, y el nuevo gorilita seguirá lustrando el sillón presidencial para rato. La cuestión reside en que vivamos lo mejor que podamos y dejemos que las cosas sigan su curso hasta que alguien les ponga compuertas y discurran por otros caminos, para mejor o para peor; creo que hasta Dios ignora el futuro del Perú.

- Tampoco seamos pesimistas, hijo… ¿y como les va con el movimiento intelectual?

- Entrampados, padre. No bajaremos los brazos, la lucha es a muerte. No hay chepa de por medio. Seguiremos en la trinchera.

Terminaron el almuerzo. Tuvieron una larga sobremesa. Preguntó por sus hermanos. Él era el menor de todos. Aún mantenía la ligazón umbilical con su madre. Tomó una siesta de unas dos horas. Luego su padre lo acompañó a la agencia de transportes. Le tomó la mano y le dijo mirándolo a los ojos: cuídate y dile a mamá que en dos o tres semanas estaré de regreso.

Cesar Ríos, se acomodó en la parte delantera del ómnibus pegado a la ventanilla y de reojo alcanzó a ver a “Charles Duval” sentado en el fondo, todo desparratado y con los ojos cerrados como si el mundo pasara silencioso junto a él. De lo que me salvé- pensó. Avanzó el bus por los arenales rumbo a Lima. Se relajó, el sueño lo fue invadiendo, sintió como si el cuerpo se le iba y se dejó llevar. Se bajó en el Parque Universitario. Y escuchó un:

- ¡Escuche! ¡Escuche! En el supuesto negado que los intelectuales limeños acepten ventilar en público sus retos y balandronadas, recuerden que lo harán en francés qué como su lengua natal la hablan como los dioses y ustedes miserables que apenas son monolingües mal hablados, ¡quedarán como zapatillas viejas!

- Nos tiene sin cuidado, monsieur Duval, les responderemos con el lenguaje preciso, agradable y refinado de callejón de un solo caño. Vaya  a su escondite y dúchese en seco no se le vayan atrofiar sus atributos excelsos…

Fijó su mirada en el reloj del parque.  Las agujas del reloj marcaban las ocho. A esas horas de la noche la fachada de la universidad lucia sin vida. Sintió escalofríos. Alcanzó la esquina del Ministerio de Educación con la avenida Abancay, abordó la línea 33 y a la altura del paradero de la plaza Bolognesi le pareció escuchar al llamador… “línea treintitres que en un tres por tres lo lleva a París, Madrid, Roma y anexos”. Eso es -reflexionó Cesitar- la gran Lima, es un ómnibus destartalado, apretujado de provincianos “alimeñados” que serán utilizados como francotiradores para desprestigiar al movimiento literario… ¡si es para deprimirse!

Eduardo Borrero Vargas – Derechos reservados 2009

Libro “Alma del norte” se presentó en Lima

En días pasados se llevó a cabo la ceremonia de presentación del libro “Alma del Norte” de Eduardo Borrero Vargas, un sullanero que, con una vocación orientada hacia la literatura, ha publicado recientemente este libro, como diéramos a conocer desde periódico digital “El Regional” el mes de abril.

La actividad se realizó en la Casa Museo “José Carlos Mariátegui” ubicada en Washington 1946, Lima, y contó con la asistencia del presidente de la Asociación Cultural Tallán, Luís Ernesto Mendoza Ramírez, quien en su intervención enfatizó en la tarea que viene desarrollando la mencionada institución, a través de publicaciones relacionadas con la literatura e historia regional. La asociación “Tallán” ha auspiciado la publicación del presente trabajo, como lo hiciera anteriormente con “El tigre de Piura”, de Guillermo Garrido Lecca; “Obras completas”, de Lola Cruz de Acha; “La Nariz del diablo”, de Leopoldo Ramírez Ruiz; “Raíces de Piura, tras el rastro de nuestra identidad”, de Carlos Arellano Agurto; y “Voces ayabaquinas”, de Teodoro García Merino.

La presentación del libro estuvo a cargo de Miguel Arturo Seminario Ojeda, quien realizó un análisis y comentario crítico sobre este primer trabajo de Eduardo Borrero Vargas, el presentador destacó las cualidades literarias de Borrero, y la relación entre el contenido y la identidad regional.

El autor de la publicación centró su participación en detallar los motivos que lo llevan a escribir y porque su preferencia con el norte, con su entorno cargado de experiencias familiares y sociales, ya que su tarea de escribir, con toda seguridad se sucederá con nuevos aportes.

Como parte de la ceremonia, Enzo Pinamonti Mariátegui, sobrino nieto del Amauta, donó a la Casa Museo “José Carlos Mariátegui”, un retrato de su bisabuela, doña Amalia La Chira, madre del autor de 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, y dos de la imprenta y librería “Minerva”, propiedad de Julio César Mariátegui La Chira, donde vieran la luz los primeros trabajos de José Carlos Mariátegui La Chira.

Este acto tuvo un gran significado, dado que se destacan las raíces tallanes del ideólogo, por ser nieto de un piurano de Catacaos, don José del Carmen La Chira.

El director de la casa museo, don Osmar Gonzáles Alvarado, agradeció el gesto de donación y el haberse elegido a la casa museo para presentación del libro.

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