Desde que
puso su pie izquierdo en el estribo de su caballo negro, sabía que era lo
último que haría en esta vida. Su pase por el valle de la muerte, sería
inevitable. Era como dar un final a una larga agonía. Había subvertido el orden
y ya era hora de poner las cosas en equilibrio. Desde luego que, para llegar a
ese equilibrio, tan buscado, tenía que vencer el miedo y el miedo, para él, era
escuchar el silencio atronador, que es el silencio más terrible que el ser
humano pueda oír. Sujetó las riendas y avanzó con su caballo, mirando fijo al
valle de las almas siniestras. Se enfrentaría con gesto altivo y dejaría que
las almas siniestras hicieran un festín con su cuerpo agotado, por los años mal
vividos. Dejaría que su alma fuera despellejada, para hacerla hervir en las
ollas del infierno. Poco a poco, se iría extinguiendo y ya no tendría
sensaciones corporales. Olvidaría quién fue en vida. La gente que alguna vez lo
conoció, lo borraría de su memoria. Y quizás, quizás, en esa otra dimensión,
encuentre la paz que siempre anheló.
lunes, 29 de noviembre de 2021
Cuento “Almas siniestras”
Eduardo Borrero Vargas
Edición 2019
CUENTOS PARABÓLICOS - La mirada del terror
Cuento “Almas siniestras” (Pág. 21)
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