sábado, 17 de abril de 2021

¡Firmes y felices por la unión!

Eleuterio Coronel, esquivando el ¡0h! de admiración, siguió con su perorata y tuvo la sensación de que los nietos se habían quintuplicado, aunque esto último no lo tomó muy en cuenta, ya que su visión, desde no sabía cuándo, se le había quebrantado al extremo de ya no ver figuras sino secuencias de figuras, que llenaban auditorios sin fondo. Los aplausos de los niños múltiples le llenaron el ego patriótico hasta el punto que un domingo, día de sus disertaciones, sacó a relucir sus condecoraciones, que no eran pocas, sino que ocupaban un cofre de regular tamaño. Y tampoco se atrevía a prendérselas en el pecho, por temor a que su peso lo incline hacia adelante y de esa forma le haga perder su figura ya enclenque, pero aún marcial. 

Lo extraordinario de este caso, es que la historia de Eleuterio Coronel se ha replicado en todos los pueblos del Perú, y hasta se pelean el origen de Eleuterio Coronel. Es así que cada 28 de julio, se ve batallones de niños vistiendo de rojo y blanco, comandados por un viejito vozarrón, marcándole el paso, uniformado con su uniforme de gala raído y doblado por el peso de las innumerables condecoraciones recibidas en cuanta batalla tuvo que acudir, para defender la patria. Él, según dicen las personas que lo han escuchado y lo han visto permanece activo y al tanto de las novedades para saltar como un resorte viviente, a donde lo requieran.

¡Eleuterio Coronel personifica la nación! ¡Firmes y felices por la unión! Se les escucha cantar a los niños patriotas vestidos de rojo y blanco al pasar por la tribuna de honor embanderada con banderitas, rojas y blancas que flotan en el aire, como si fueran palomitas aplaudiendo con sus alas al paso redoblado de los niños héroes que van al campo, donde se disfruta de la paz eterna con el mundo que nos rodea.

Eduardo Borrero Vargas – Lima, martes 28 de julio del 2020
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