jueves, 2 de diciembre de 2021

Cuento "Sordera humana"

Leopoldo Perdigón, caminante sempiterno, recordó de golpe un día la confesión de sus padres: que él había nacido en Sullana, en una noche de agosto de un año lluvioso. Tampoco sabía los años que cargaba a sus espaldas. Se sentía saludable pero su mente descontrolada, en lugar de orientarle, le hacía sentir como si en su interior habitase un trompo que giraba y giraba sin parar, hasta convertirlo en esclavo. En pocas palabras, reconocía que era esclavo de su desorden mental. A veces, se veía caminando cabizbajo por la largura del río Chira o a veces entusiasmado recorriendo las concurridas calles de Nueva York, Madrid, Paris y otras, por pasajes donde se avistaba el mar y los horizontes de quién sabe qué continentes. Otras veces, caminaba recto durante largas jornadas y regresaba repisando sus huellas para no perderse.

Y lo más raro es que no se acordaba si sus interminables caminatas duraban un minuto, una hora, una semana, un mes, un año o miles de años. Y en esas infinitas caminatas no cesaba de escucharse a sí mismo: Bendita sea, caracoles y rayos. ¿Estados de ánimo? ¿Conflictos internos? ¿Identificaciones? ¿Confusiones? ¿Infracciones? ¿Cómo, entonces, reaccionar, si al tomar una línea recta se descubre que es falaz y a partir de ese instante te ves obligado a zigzaguear, sin poder retroceder para enmendar el rumbo? Entonces, escribir poesía o cuentos o novelas o graficar historietas, ¿sería una salida honorable? ¡Grandioso humano investido de humanidad, si no haces eso, estarás condenado a vivir en soledad! ¿Regresar al vientre de la madre tierra, es una solución facilista? ¡Si no aciertas en tus divagaciones, seguirás ciego de mente y sin saber, si valió la pena caminar hacia una meta incierta!
¡Estado de ánimo, como no asirte del gañote, sacudirte y tirarte al poste de vida!



Eduardo Borrero Vargas
Edición “GENERACIÓN BICENTENARIO”
Cuento “Sordera humana” (Pág. 32 - 33)