Ricardo Musse |
En el mundo de Ricardo Santiago
Musse nada es efímero, en el hay vasos comunicantes que se van decantando a
otros universos armónicos en los que priman la alegría, la pasión, la dulzura,
la amargura y lo inalcanzable del amor. Sus poemas perfectamente concebidos son
de una entrega total, en los que nada esconde, esperando el momento propicio
para exhibirlos como joyas únicas y auténticas, guardadas en su corazón, para
sus fieles seguidores. ¿Cuántas horas de vela le habrá costado trabajar esas
joyas? Solo él lo sabrá y no me atrevería a peguntarle; sé lo que cuesta
encontrar la palabra precisa para redondear un verso. Es duro y, a veces,
delante de la hoja en blanco uno se queda como pasmado, mirando ese papelucho
vacío que juega al juego temerario: ¿Te atreves o no te atreves? Y uno se levanta,
rumiando sus frustraciones, a dar vueltas y a regresar terco, nuevamente a
lidiar con el papel en blanco o con la pantalla del ordenador. La mente, en
lugar de ayudarnos, nos traiciona miserablemente, haciendo que la palabra
recientemente concebida se esfume de pronto y nos deje estáticos sin saber por
qué lo hace. Son parte de las siete estaciones existenciales, por las que los
poetas (mujeres u hombres) debemos pasar.
Ricardo para nosotros, eres sullanero
y nuestro pueblo, debería erigirte un monumento a la palabra labrada en los
hornos del dulce fuego donde sólo los grandes pueden crear bellos versos para
el mundo.