viernes, 4 de diciembre de 2020

Marlon y su vida de perros: El des-Cuento.

Escribe: Ricardo Musse Carrasco
Crítico literario

El relato se cuenta. El contar con vocablos. Optar por abecedarios, morfologías, sintaxis y semánticas infinitas. El demiurgo entonces debe delimitar el espacio ficcional. Pues, las palabras - con sus ilimitadas mezclas y combinaciones - se resisten a ocupar los linderos de los cuerpos textuales.

El cuentista asume que debe contar; sin embargo, deben reacomodar- se los relatos de otro modo; desoyendo la sonoridad convencional del inicio/nudo/desenlace; explorando, descomponiendo estructuras discursivas; que cada línea (volcada sobre el texto) se esmere en absorber y no expresar, locuazmente, acciones que -precisamente y detalladamente- Cuenten; quizás, por eso, los relatos de Eduardo Borrero Vargas insuflan la sensación de que no se está Contando sino, todo lo contrario, se está des-Contando, como que todo -manía aberrante- lo cuenta para atrás, con el sentido invertido del razonamiento escritural; pues, parece que él ha nacido -como uno de sus atípicos personajes- en sentido inverso, reordenando, sucesivamente en una secuencia contraria al orden establecido por el canon discursivo.

La prosa más que narrar, noticia; esto es, anuncia datos y referencias que, a medida, que se despliegan denotativamente, van relatando el des-Cuento.

Los des-Cuentos de Eduardo Borrero Vargas albergan, sarcásticamente, señalamientos éticos: Un Ángel Donis, con prontuarios criminológicos, en las vísperas de ser Presidente de la República; Benicio enclaustrado, autómata y, luego, colaborador dentro de una burocracia deliberadamente deshumanizadora; Matías, el nieto de Celina (álter ego del Escritor) desviándose de lo que se pondera normal des-Contando -contando para atrás los números-; un ágrafo bibliotecario alérgico a la cultura y el martirologio del lector Memo; un germánico herr Floris que desacata, peligrosamente, el orden y, por ende, confinado en sus caos psiquiátricos; Marlon Obregón, el aspirante a escritor de cuentos contables arriba a la Madre Patria para terminar, frustrantemente, cautelando canes; el proxeneta y beodo Sánchez que huye del reclusorio rodeado de la libertaria hediondez para metamorfosearse en Burgomaestre; Remigio Malpartida, febril imaginador de historias abismado en un universo totalmente dislocado; Teodosio, remolón y adicto a las historietas de Supermán; un cajero (máquina utilitaria) de supermercado, embrutecido por la rutina y refugiado en el firmamento digital desatiende el encuentro humanizado de Marixa Orbegoso.

Eduardo Borrero Vargas, como hacedor textual (novelista, cuentista y aedo) es también un Descontador, es decir, un contador de cuentos no contables, un Escritor innovador que va des-Contando mientras nos cuenta el absurdo -ya normalizado e imperante en nuestra realidad-.

La Perla del Chira, 07 de junio de 2019.

Artículo publicado en la edición Nº 130, revista “Tallán Informa” Sullana, julio del 2019