El
pasado 14 de julio, (2012) por la noche, en el auditorio del colegio “Santa
Rosa”, se realizó la presentación del libro titulado “cuando el cielo se tiño de rojo y otras leyendas tallanes” del
escritor sullanero Eduardo Borrero Vargas. El auditorio lució lleno con casi
200 personas que siguieron con mucho interés las disertaciones de los
presentadores, los escritores Wilmer Rojas y Máximo Coronado Talledo; el editor
Pablo Viera Urbina; el Hno. Félix Saeta Gutiérrez, director del colegio “Santa
Rosa”, finalizando el evento con las palabras del autor del libro, Borrero
Vargas. La actividad literaria estuvo conducida por el poeta y editor José
Díaz.
A
continuación, publicamos el texto de la presentación
del libro y el tema literatura e
identidad cultural a cargo del escritor sullanero Wilmer Bustamante Rojas
(I)
“Cuando el cielo se tiñó de rojo y otras leyendas tallanes”
Por: Wilmer Rojas Bustamante.
Una de las culturas pre hispánicas más importantes
del antiguo Perú fue la cultura Tallán. Esta civilización se desarrolló en
Piura y es importante porque se le considera la más antigua que habitó la costa
del Perú.
Los tallanes eran ceramistas. Los vestigios
encontrados en las tumbas tallanes han permitido regiones andinas en busca de mejores lugares.
Pero también existe la posibilidad de que hubiesen
podido cruzar la cordillera desde la selva amazónica. Otras teorías indican que
pudieron ser emigrantes de América del Centro. Algunos han sostenido, también,
que los primitivos pobladores de Piura llegaron simultáneamente de los Andes,
sean o no selváticos, y del norte por el mar, estableciéndose en el territorio
que hoy se conoce como Piura.
Los promotores de esta tesis indican que ello explicaría los continuos enfrentamientos que existían entre las tribus que conformaban la nación Tallán. Lo cierto es que, en 1502, la población Tallán llegaba a los setenta mil pobladores. Este grupo estaba formado por los conglomerados de Paita y Tumbes.
Wilmer Rojas Bustamante. |
Cada etnia tenía un curaca que gobernaba como un rey.
Existían tres clases sociales: La aristocracia, la religiosa y el pueblo. Queda
claro que los tallanes se dividieron en varios grupos que habitaron distintos
lugares. El centro más importante estaba en Paita. Allí se desarrolló un
sistema de gobierno que, con el uso de las armas, impuso el idioma llamado Sec.
Es probable que los tallanes hayan desarrollado más
de un ciclo cultural, pues se han encontrado vinculaciones de esta civilización
con los mochicas en grado tan estrecho que algunos arqueólogos han dado la
denominación Tallán-Mochica a todo el conjunto cultural de estos pueblos.
Se sostiene, por otro lado, que se trata de dos
culturas distintas que probablemente llegaron a tener relaciones entre ellas
cuando los tallanes se extendieron por el sur hasta el departamento de
Lambayeque.
La cultura Tallán, en el año 1487, fue sometido por
el Imperio Incaico. Antes se intentó unificar la nación Tallán imponiendo el
SEC. Según el padre Esteban Piug, tal denominación correspondía solo al idioma
que se hablaba en Sechura, pues existían tres dialectos: el Sechura, el
Catacaos y el Colán.
Según los cronistas, los tallanes adoraban ídolos,
generalmente eran unas figuras hechas de madera, pero también adoraban
deidades, “de extracción natural”, principalmente “a los remolinos de viento,
polvo y arenas”. También realizaban procesiones con animales vivos o imágenes.
Eduardo Borrero Vargas |
Éste es el pueblo del cual el escritor Eduardo
Borrero Vargas se ocupa en el libro “Cuando el cielo se tiño de rojo y otras
leyendas tallanes”. ¿Eligió
la leyenda como género narrativo? si nos ajustamos a la definición de leyenda y
mito, Eduardo va más allá de la leyenda en la primera parte del libro, porque
son las divinidades del mundo Tallán, como Macacará-Sec
(dios del principio y del fin), Huangalác-Sec
(dios de los registros y acontecimientos), etcétera, los protagonistas de
la creación del universo. Así el mito tiene proyección cosmogónica. La leyenda
es menos ambiciosa, explica las particularidades de un animal o una planta,
pero no detalla cómo se formó el cielo o el mar. Pero como el texto narrativo
tiene una segunda parte, que es a partir de la quinta historia, titulada “Cuando
el cielo se tiño de rojo”, en donde el escritor nos introduce en una nueva etapa del pueblo Tallán, con la llegada de los
españoles; las historias se relacionan con la realidad y con la fantasía, con
el conocimiento tradicional y con la creación ética y estética de cada pueblo,
perfilándose como leyendas históricas y leyendas histórico culturales, como lo
clasificaron en 1963, una comisión de especialistas reunidos en el Congreso de
Budapest. Esta especie literaria se diferencia del cuento y de la anécdota
porque es explicativa y no tiene la complejidad del cuento. Tiene un punto de
partida, ya que habla de personajes determinados que actúan en una etapa de la
historia y en lugares asentados en los mapas.
Las leyendas documentan la identidad cultural de los
pueblos aborígenes que habitaron el territorio peruano y permiten que aquellas
culturas desaparecidas permanezcan en el imaginario colectivo como testimonio
de su desestructuración. Tallanes, mochicas, vicús, guayacundos, etc. portan
una identidad diferencial que se trasunta en este tipo de relatos.
(II)
Literatura e identidad cultural
Por: Wilmer Rojas Bustamante.
Se afirma que la literatura no sólo representa la
identidad cultural de la comunidad, sino que ella misma crea identidad; es más,
ella misma sería identidad.
Los discursos artísticos producen identidad. ¿Qué
identidad es la que produce?, ¿cómo lo produce?, ¿qué eficacia tendría esa
identidad literariamente producida para la formación de la identidad cultural
colectiva?
Identidad remite a una noción de nosotros mismos, en
función o en comparación con otros que no son como nosotros, que no tienen ni
las mismas costumbres, hábitos, valores, tradiciones, normas.
La noción de identidad se materializa en la práctica
de la vida social, a través del hecho de que una comunidad de individuos
comparte un determinado conjunto de condiciones de vida que posibilitan una
constelación común de significados, asumidos estos como patrimonio digno de
defenderse y preservarse.
Castellón y Araos, que han reflexionado sobre este
tema, mencionan tres claves para la construcción y sustentabilidad de una
determinada identidad cultural: El lenguaje, el territorio (las características
físicas imponen: modos de habitar, ser y de mirarse), y la religión (conlleva
una interpretación del mundo).
Hablar de identidad cultural de cierta comunidad de
individuos histórica y territorialmente situada equivale a concebir dicha
comunidad a partir de tres dimensiones:
a).- Una supuesta razón ontológica, es decir, como algo
en sí y para sí.
b).- Una voluntad de mantener el “supuesto carácter de
identidad sustancial a lo largo del tiempo, o sea que ciertas maneras de ser,
de pensar, de sentir son consideradas valiosas y merecen ser preservadas y
defendidas.
c).- Esta misma voluntad de preservación contiene la
necesidad de mantener lo específico propio como marca de diferencia.
Uno de los primeros efectos que produce la
literatura que textualiza representaciones identitarias, como en el libro de
Eduardo Borrero, es la visualización, a través del texto literario, de gentes,
de paisajes, modos de vida, sueños, miserias, etc. De una determinada comunidad
humana en un territorio concreto.
Berman en el año 1998 dijo: “Nuestro pasado, cualquiera que
haya sido, es un pasado en proceso de desintegración; anhelamos aprehenderlo,
pero es escurridizo y carece de base; volvemos la mirada en busca de algo
sólido en qué apoyarnos, sólo para encontrarnos abrazando fantasmas” Si
Berman está en lo cierto, cualquier práctica literaria que se aboque a
representar la identidad estaría condenada a ser un ejercicio de “abrazar
fantasmas”, lo que probaría que la identidad cultural está en proceso de
desintegración.
Sin embargo, creo que la literatura es también una
manera de luchar contra la desintegración de la identidad, de su pasado
original, y en ese sentido el libro “Cuando el cielo se tiño de rojo y otras
leyendas tallanes”. es un
aporte valioso para la literatura piurana, un esfuerzo que tiene sus
antecedentes en autores clásicos de nuestra región como Carlos Espinoza león, Francisco Vegas Seminario, Teodoro Garcés
Negrón, Juan Antón y Galán, Víctor Borrero Vargas, quien tuvo la generosidad de
regalarnos un hermoso libro “Cuentos tallanes”, que publicó el
CIPCA en el año 1989, edición que estuvo a cargo de Houdini Guerrero Torres, Y
ahora Eduardo Borrero Vargas, también, al igual que su hermano, tiene la
gentileza de regalarnos este hermoso libro sobre lo que pudo haber sido el
origen de nuestros ancestros, en un intento por crear conciencia sobre nuestro
pasado, porque los catorce textos que
integran el volumen nos estimulan para indagar sobre nuestras raíces y para
reflexionar sobre el sendero en el que nos movemos en el día a día, pero
también para disfrutar con cada párrafo construido con sencillez, elegancia,
naturalidad, ya que el autor no tiene pretensiones de figuretismo ni ansias de
satisfacer a una crítica “especializada”, que siempre se regodea con los
malabares sintácticos, los episodios frívolos, los temas en boga que el mercado
consumista necesita para seguir perpetuando el canibalismo despiadado del
capitalismo.
Eduardo Borrero Vargas, con este libro sobre
nuestros ancestros tallanes, ha entrado a formar parte de la literatura piurana
y se convierte en un referente obligado para cualquier estudiante no sólo de
literatura sino de la historia y la cultura en general, que va en busca de
información sobre el mundo Tallan.
(Escrito publicado en la edición Nº 67, revista
“Tallán”, Sullana, julio del 2012)