Han visto al “Pisa Flores” moro y de cabeza negra, relinchando y floreando y con el cuello engatillado, al horizonte entablado.
Y sus negros ojos de hondo mirar, buscando trochas donde otros caballos, sus rumbos perderían.
Aireando los pulmones por sus ollares abiertos, con fragancias campestres de palo santo, zapotes, algarrobos y almendros.
Trota al aire engalanado con montura y jato de plata: de Zapotillo a Sabiango, de Cariamanga a Zamora, de Macará a Loja, de Samba a Piedras Blancas, de Ayabaca a Paimas, y de Lancones a La Solana.
A veces lo ven siesteando en los ríos Alamor, Malacatos y Zamora, en el Quiroz y el Chira.
Así seguirá por siempre, esperando que, en alguna, ubérrima y verde inverna reencontrarse con mi padre.
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